ORIGEN DE LA EXPRESIÓN «COMERSE EL MARRÓN»

Por Luis Folgado de Torres

Revista Literaria Galeradas. Foto CárcelLa «ciüsma» ha sido, desde siempre, origen de palabras de muy diferentes significados. Esta palabra, que es cómo se denominaba en genovés antiguo a los remeros, galeotes y gentes de mal vivir en un barco, procede del griego «kéleusma» y del latín vulgar «clusma» dio, finalmente origen al término castellano «chusma» que, también y contra lo que se pudiera pensar, resulta una fuente inagotable de términos lingüísticos. ¿Y dónde acaba con sus huesos, tarde o temprano, la chusma?: En la cárcel, también denominada «talego» en la jerga propia de sus pobladores.

Los centros penitenciarios de toda España se han convertido en una especie de semillero de términos, una Real Academia de la Lengua de la Chusma permeable al resto de la sociedad, a la que transmite nuevas palabras y expresiones cuyo origen se encuentran en el caló —lengua incompleta de los gitanos de España— y algún que otro idioma como el vasco, el rumano o la forma dialectal andaluza.

La creatividad en la cárcel no tiene límites porque supone una cuestión de pura supervivencia; se trata de que los funcionarios —denominados «boqueras» por estos inquilinos temporales— no entiendan todo lo que dicen cuando se dan instrucciones los unos a los otros. Y de este modo van surgiendo términos como el que da título a este artículo que pretende homenajear, solo desde el punto de vista lingüístico, a estos hombres y mujeres que contribuyen, tanto si nos gusta como si no, al enriquecimiento de nuestro idioma patrio.

«Comerse un marrón» es una expresión mal explicada por muchos. He llegado a leer significados atribuidos tan absurdos o soeces como el clásico «comerse una mierda», que resulta asaz impreciso y no refleja en absoluto la etimología de un término de uso común entre nosotros en la actualidad, tanto si hemos pasado una temporada a la sombra como si no. Me explico:

El «marrón» no es otra cosa que la sentencia que le llega a un infeliz desde un tribunal mientras cumple condena por esta o aquella fechoría. Se le denomina así porque llega en un sobre marrón del juzgado, sencillamente. Después de que el funcionario abra el funesto sobre, el preso comentará con sus compañeros de desventuras: «Me voy a comer un marrón de  cinco años». Luego, la frase sufre diferentes variaciones en su uso como la de «¡Menudo marrón!» para referirse a algún asunto nada agradable, «Me estoy comiendo el marrón yo solito», cuando sus compinches se han ido de rositas tras el juicio o «Me estoy comiendo el marrón a pulso», indicando que no va a disfrutar de ningún beneficio penitenciario, seguramente por su «buen comportamiento» también entre rejas.

Como sucede en ciencia, la explicación más sencilla suele ser la más acertada (y en este caso, la más curiosa también). Las enrevesadas y sesudas explicaciones provenientes de grandes gurús suelen ser solo eso; enrevesadas y no suelen pasar de ahí por más que millones de acólitos la acaben dando por buena.

Si algo abunda en la cárcel —lo crean o no— es la droga y el alcohol. Este submundo dentro de un universo variopinto y complejo, las palabras relacionadas con las consecuencias de un buen jeringazo son numerosas y ya las utilizan hasta los más pijos. Del talego de Alhaurín de la Torre o el Penal del Puerto de Santa María hasta la Plaza del Marqués de Salamanca, salvando todos los controles policiales, las expresiones «talegueras» se han colado en nuestras vidas y han venido a enriquecer nuestro vocabulario más de lo que lo hiciera en su día nuestro maestro o nuestros progenitores. Sin enciclopedias, cuadernos Rubio ni tediosos dictados:

«Subidón», «alucinante», «tener mono de», «flipar», «chapar», «abrirse», «ir a nuestra bola», «fusca» o «darse el piro» son solo algunos ejemplos de cómo estas palabras han acabado formando parte de  nuestra manera de expresarnos en libertad, mientras sus artífices vivieron entre rejas. Es maravilloso ¿no creen? 

Luis C. Folgado de Torres es editor y autor de La cárcel de los desvaríos, en la que basa este artículo.  

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