A veces cuando vamos a comprar libros, nos perdemos entre estanterías que apenas tienen un par de décadas y nos olvidamos nuestros clásicos. Aquellos que no pueden faltar en una buena biblioteca de la literatura española.
Desde el éxito del poema épico El Cantar del Mío Cid en la Edad Media, hemos emprendido un viaje por el mundo de las letras. Nos hemos acercado a la variedad cultural de El libro del buen amor, de las manos de un arcipreste que da lecciones de amor; nos asomamos a La vida del Buscón, un pícaro único y la caricatura de una sociedad retratada con palabras por Quevedo.
Las Coplas a la muerte de mi padre son testigo del profundo dolor humano ante la muerte de un ser querido que se ha ido para siempre. Vemos en los ojos de un niño el retrato de la vida cruel y la servidumbre en El Lazarillo de Tormes, pero también vivimos las aventuras más intrépidas con Don Quijote de la Mancha en su lucha contra los gigantes molinos de viento. En La vida es sueño, Calderón, nos presenta en mundo interior de Segismundo, y con él reflexionamos sobre lo difícil que es tomar decisiones para el ser humano.
Nos reímos con el galán petulante Don Juan Tenorio, que ha sido y aún es protagonista de numerosas óperas y dramas, elevando su figura a un mito inolvidable. No podemos olvidarnos de Bécquer y sus Leyendas, con su acercamiento a las ruinas y su misticismo; del teatro de Lope de Vega que rompió esquemas y se puso a la altura del mismísimo Shakespeare, o de ganadores del Premio Nobel como Platero y yo de Juan Ramón Jiménez o La familia Pascual Duarte de Camilo José Cela.
Obras que han recibido buenas críticas, aunque algunas tardaron más que otras, obras que forman parte de nuestra cultura y nos recuerdan cómo ha sido la sociedad de nuestros ancestros y cómo es la actual. Todas forman parte de nuestra esencia literaria y no debemos dejarlas en el cajón del olvido, sino que debemos darle la presencia que se merecen en nuestras estanterías.
Ana B. Villamor, Revista Galeradas
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