Desde un edificio gris

Revista literaria Galeradas. Edificio

Por Nidia Jáuregui Moreno

Revista literaria Galeradas. EdificioMe detuve un momento para revisar si estaba cerrada la botella que llevaba en el bolso, ya que un líquido proveniente de ella estaba mojando mi falda.

—¿Todo bien? —preguntó Andrés caminando hacia donde estaba.

—Sí, sólo que se derramó agua sobre mi falda —le dije bebiendo el resto del líquido.

La tarde llegaba a su fin y en el cielo algunos caballos azules se adornaban con estrellas. Caminamos algunas cuadras más cuando Yvette llamó a todos para leer un cartel pegado afuera de un restaurante de comida tailandesa.

—Miren, este domingo darán una obra de teatro en Lavanda, y el director tiene el mismo nombre que tu exnovio, Jimena —dijo Yvette riéndose.

—A ver, no creo que sea él. No es tan ambicioso —dijo Jimena sonriendo.

—Ya casi llegamos, es del siguiente semáforo a la derecha-les dije sonriendo.

—Yvette, ¿te quedó un poco de pan de la cena? —preguntó Jimena.

—Sí, aquí lo llevo, ¿por qué? —preguntó Yvette.

—¿Te molestaría si se lo damos a aquel gato de allá?, seguro tiene hambre —dijo Jimena.

Ambas se acercaron al gato que estaba sentido observándolas, y silenciosamente le dejaron pedazos de pan cerca de él. Para ser sábado por noche había menos coches que de costumbre, más aves silbando sobre las ramas y más parejas tomadas de las manos. 

—Aquí es, es el edificio gris —les dije.

—¿Segura que podemos subir?-preguntó Andrés.

—Sí, soy maestra de la hija del guardia. Sabe que no soy un problema —les aseguré.

Saludamos a Charlie, y de paso le recordé que el lunes teníamos la junta para padres. Subimos veinte pisos casi con las piernas hechas plomo, abrimos el portón y ahí estaba la ciudad. Acercamos cuatro sillas cerca del pequeño barandal y sólo contemplamos el paisaje urbano.

—Subir y ver la ciudad desde arriba me hace creer que tengo un poco más de tiempo. ¿Ven lo lento que avanzan los coches desde aquí? Arriba parece que no llevaran prisa por llegar a no sé dónde. Mis mejores decisiones las hice mirando un paisaje como este-les dije pensativa.

—No estaba seguro de lo que quería ser cuando entré a la universidad, ¿saben? Sólo continué y continué apostando que tarde o temprano encontraría el sentido de tanto esfuerzo-dijo Andrés.

—Me gusta ser adulta, ¿me creen? Me gusta lo que hago, lo que he logrado, pero… el miedo a fracasar. El miedo a no lograr lo que me he propuesto desde muy adolescente, lo que le he prometido a mis padres, lo que ellos creen que debo ser, todo eso simplemente algunas noches no me deja dormir-confesó Jimena.

—Te entiendo Jime, a ti te aterra el no lograr lo que te has propuesto. A mí, en cambio me aterra no planear lo suficiente, dejarle ese espacio a la suerte, a lo que no depende de mí, y ver si me atraerá pesar o fortuna —dijo Yvette.

Admiramos los pequeños puntos que se movían de un lugar a otro, escuchamos los claxon, y pensamos en lo insignificante que parecían nuestros miedos en comparación con ese cielo negro que nos miraba incesantemente desde un edificio aún más alto.

 

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