A modo de explicación

Revista Literaria Galeradas. Carta
Carta

Por Israel Selassie

Revista Literaria Galeradas. Carta
Carta

A modo de explicación me han faltado mil cosas por explicar. Cosas que no puedo expresar en apenas unas pocas palabras, hechos que necesitarían de la mirada ajena y de, también, un juicio justo en relación a lo sucedido.

Es cierto que yo no empleé mis mejores maneras, las cuales sé y suelo controlar; también que fui duro en la reprensión y que no tuve en cuenta tu situación. Podría empezar por el principio, pero ambos sabemos que no tuvimos cosa alguna, que todo quizá fue un idilio mental que yo propuse como camino hacia la supervivencia o que, a lo sumo, todo se debió a que por fin te conocí tras vivir incontables vidas sin saber de ti y que tenía poco tiempo para decirte que me enamoré de tu alma a primera vista.

A modo de explicación he de reconocer que no me ha sobrado tiempo. Por mucho que hubiera querido, ¿qué más hubiera dado si tú, en esencia, o estabas con alguien o tenías mil quehaceres, un trabajo, la cotidianeidad de unos estudios y de una vida? ¿Qué más daba si lo intentaba o no?

A mí no se me perdió nada en la Guerra: las gané todas, pues, en esencia, las libré, las di, con todo lo que conlleva el dar algo que no quieres. Siempre se habló que los mejores guerreros son los que no quieren conflicto alguno, pero vivimos en una época crucial y, en fin, el verte destapándote tras tantos velos…pues me proporcionó el beneficio de la duda, y eso, a veces, supone una idealización que acaba en autodestrucción.

A modo de explicación reconozco que me pasé exactamente tres noches sin dormir luchando desde casa de una manera que preferiría dejar para otro momento. Al tiempo que mi alrededor transmutaba en esos días, la redacción, que era un campo de batalla, se elevaba y adquiría los matices de tierras que se supone que jamás existieron.

Yo trataba de ser pacífico, pero me resultaba imposible, pues me sentía apuñalado por los más cercanos a mí. Fue duro contemplar el vacío, el saborear la hipocresía cercana, el notar la traición tácita… Sí, fue duro saber que no podría controlar mis impulsos y que, a pesar de todo, debido a mi naturaleza, no iba a externalizar conflicto alguno. Fue duro, N.

A modo de explicación asumo mis errores, pero no me arrepiento de lo declarado, pues para mí, una mirada anclada, un nerviosismo latente al vernos o unas orejas demasiado rojas significan sentimientos derivados de la única emoción loable.

De todas las cosas que me costaron, estuvo siempre el asumir que, tras lo dicho, si nos volviéramos a ver, me girarías la cara, me huirías, irías por otro camino. Un día, tras todo lo ocurrido, nos cruzamos y no fue así: nos guiñamos el ojo. Tu el izquierdo y yo el derecho. Esa fue la última vez que te vi. Y me cuesta, de veras, no imaginarte aquí, allí, dónde sea, siempre mirándonos a los ojos, amándonos y adentrándome en ti sin la necesidad de tocarte. Esa felicidad y esa necesidad y deseo, que empiezan a desvanecerse, me otorgan la vida a la vez que me la consumen a un fuego muy lento.

A modo de explicación sería una manera de decir que todavía te daría todo lo que tengo, por poco que fuera, que aún te salvaría todo lo que pudiera, por demasiado que fuera y
que mucho te querría y amaría, si, en el fondo, decidieras dar el paso, si me hablaras, si me llamaras. Pues de esto ha tratado todo. Sé que eres como una llama que titubea y titila como el sidéreo, que desea ser lo que ya es: la buena confitura, la carta de la fuerza, la primera y última estrella.

A modo de resumen puedo agregar aun más. Que me gustaría compartir muchas cosas contigo, empezando con ideas y acabando con principios. Los finales jamás fueron de mi agrado, pero si este tiene que ser uno, al menos, me gustaría que leyeras este lo que sea y que comulgaras un poco con la idea que tengo del amor, que, para mí, sería alcanzar el grado en el que el caparazón de cangrejo ya no nos hiciera falta.

Quizá, y a modo de explicación y de conclusión, me conociste en el instante en el que mi coraza había caído, de ahí que, aunque sepa que a mí me va a ir bien, seguiré recordando el momento en el que me despedí de ti, en la redacción. Pues, como bien dicen los que saben, se despide siempre el que no quiere decir adiós.

1 comentario

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*