El yantar del latín ientare ‘almorzar’, era el nombre que se le daba en Castilla a un tributo obligatorio de los habitantes de un lugar o villa a su señor o incluso al rey, cuando transitaban por el término para contribuir al sustento o alimentación. Se podía pagar tanto en dinero como en especie. Es habitual encontrar menciones a yantar en los cuadernos de cortes de la Edad Media en Castilla
Pero su uso más común y extendido ha sido durante siglos como sinónimo de comer al mediodía, o simplemente para referirse a ingerir alimento. Haciendo popular la frase «El buen yantar». Podemos encontrar ejemplos de esta palabra en las primeras obras de la literatura española El poema del Mío Cid y El libro del Buen Amor. Y durante el Siglo de Oro tuvo gran auge, apareciendo entre los versos de Quevedo, Góngora y el maestro Cervantes. Su uso en la literatura ha continuado hasta nuestros días, haciendo uso de ella Valle Inclán y Camilo José Cela.
Quizás su uso se haya debido en gran medida, a que en nuestra sociedad la gastronomía es algo importante, con numerosas referencias en las obras a lo largo de los siglos, convirtiéndose «El arte del buen yantar» en parte de nuestra cultura.
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