Toma y Daca
Janet García Morago
Alejandro Arias de Celis
Luis Villalba Abril (ilustraciones)
Editorial: Edición Punto Didot
ISBN: 9788417959333
Páginas: 80
Con esta expresión popular que hace referencia a una estrategia de colaboración, han dado título sus autores, Janet García Morago y Alejandro Arias de Celis, a un poemario muy peculiar. Tanto por la forma en que ha sido concebido como por el formato final del libro en el que nos presentan sus versos.
Llama la atención el protagonismo de las ilustraciones que ocupan gran parte del libro, tratando al ilustrador, Luis Villalba Abril, como un igual; cosa que se agradece, porque a pesar del gran trabajo que realizan los ilustradores casi siempre se pasa por ellos de puntillas.
Lo que comienza como un juego entre amigos que tienen en común su pasión por el barrio Gótico de Barcelona, acaba plasmado en páginas llenas de originalidad en las que además podemos leer mensajes personales entre ellos para llegar a entender cómo han nacido sus composiciones, siempre sin perder la métrica propia de los poemas más rigurosos como los sonetos (a los que llaman zonzonetos). Un juego iniciado por Janet con un pie forzado y seguido por Alejandro con maestría, que solo puede llevarse a cabo porque ambos viven la poesía como viven su vida y ven endecasílabos donde los demás vemos comunicación verbal.
Me ha recordado al Renga, una forma poética no muy conocida, pero que es habitual en la poesía tradicional japonesa, en la que varios autores colaboran con versos enlazados hasta llegar a completar una composición (de cien versos). Está claro que la colaboración entre los autores hace que se creen composiciones únicas y que el ingenio de ambos aporta más brillo al resultado final.
El lenguaje que utilizan es claro, haciendo uso del juego de palabras constantemente para tratar temas del día a día pero con un toque de humor y socarronería, aunque también encontramos algunas composiciones más delicadas, llenas de ternura e incluso melancólicas.
Mi poema favorito ha sido el que empieza con el verso: «Una autopista cruza mi cabeza», en el que encuentro una metáfora de la mente humana, ese caos interior del pensamiento comparado con los coches y las abejas. No sé si es lo que han querido mostrar al lector, pero está claro que una metáfora se esconde tras esas palabras que como dice el mismo poema, son como «aguijones».
En general la sensación ha sido buena, es un libro que recomiendo leer, aunque quizás he echado en falta algún poema más porque según avanzan las páginas va cogiendo fuerza, y en un libro de 80 páginas con muchas ilustraciones, la lectura se queda un poco corta. Pero como dice el dicho popular: «Lo bueno si es breve, dos veces bueno».
Ana B. Villamor, Revista Galeradas
Dejar una contestacion