Luis Cernuda escribió entre 1950 y 1956 el que sería su último libro publicado en vida, Con las
horas contadas. A este poemario el poeta añade un grupo de 16 poemas numerados bajo el título
Poemas para un cuerpo, dándoles una entidad separada, una unidad temática, versos formalmente
de 7, 8 sílabas.
Póstumamente se añadiría a sus obras completas, La realidad y el deseo, otro título con los poemas
escritos entre 1956 y 1962 (fecha de la muerte del poeta). Gil de Biedma escribió entonces: “mi
pena resumida en un título de libro : / Desolación de la Quimera.”
Cernuda es un rebelde que rechazó la moral burguesa de su Sevilla natal y asimismo del Madrid de
la generación del 27 que no termina de aceptarle por su carácter tímido y silencioso. En el exilio
(México, Estados Unidos, etc.) sigue siendo un solitario que no puede pertenecer a un grupo
cerrado. Siempre enfrentado entre la realidad (límites del mundo hostil) y el deseo (realización
personal). Ser homosexual entonces es además ser un inadaptado, un marginado.
Su poesía se va haciendo más esencial, adoptando el verso menor (en 7 u 8 sílabas) y rima asonante
muy sutil y ligera, cuando conoce un amor al que dedica sus Poemas para un cuerpo, alguien del
que apenas conocemos su nombre, Salvador, no hay descripciones físicas o personales. Es un amor
que le encuentra cuando creía haber dejado atrás el momento oportuno. Amor y forma poética se
unen como dos cuerpos que se encuentran en el instante preciso, breve pero profundo.
Poema I, Salvador; el poeta proclama Sálvale o condénale, / Porque ya su destino / Está en tus
manos, abolido. Así queda definido el destino, la salvación es ser uno en otro, la condena es
tormento y pérdida. Es una súplica que se reitera en los 4 párrafos.
Poema II, Despedida; formado por 3 cuartetos (espacio, anima y materia) marcan la ruptura brutal
que deja soledad, terror y desierto pero sobre todo Desnudo ya del cuerpo tan amigo / Que contigo
uno era.
Poema III, Para ti, para nadie; el poeta busca los rastros de lo perdido, Alguno que se aleja. /
Vuelve atrás la cabeza, y habla consigo mismo entre las materias del recuerdo del amor efímero,
Tan sólo un breve espacio / De amor esperanzado. Se dura lo que el amor dura, después queda el
vacío y el territorio de la escritura, Para hablar con tu ausencia / Estas líneas escribo, /
Únicamente por estar contigo. Poema escrito en párrafos de dos versos, rimados en asonante y
verso menor.
Poema IV, Sombra de mí; el amante es una creación del poeta, No eres tú, sino sombra / Del amor
que en mí existe. Mas es un amor que puede hacer sufrir, elevar al cielo, el poeta sabe que es una
visión propia, Pretexto que me diste, sin el cual el amor quedaría encerrado dentro de sí mismo,
esperando la llamada que lo despierte. Pero es el destino, al que da gracias, el que une a ambos,
Para esto vine al mundo, y a esperarte; / Para vivir por ti, como tú vives, / Por mí, aunque no lo
sepas, / Por este amor tan hondo que te tengo.
Poema V, El amantes espera; el poeta ruega a lo divino pidiendo le devuelva al amado, Lo perdido,
ya otras veces perdido / Y por ti recobrado para mí, que parece / Imposible guardarlo. Aunque se
disculpa por ser importuno o blasfemo, una y otra vez ruega por aquello conocido tras Tantos años
vividos / En soledad y hastío, en hastío y pobreza, ha llegado la dicha. Y acaba el poema con el
último argumento, Devuélveme, Señor, lo que he perdido, / El solo ser por quien vivir deseo. Este
último verso remite a la dedicatoria de La realidad y el deseo : A mon seul desir.
Poema VI, Después de hablar; tras hablar del amor llega el tiempo del silencio, Es el amor de una
esencia / Que se corrompe al hablarlo, ahora ha de sufrir o gozar en silencio pues del silencio se
engendró, se nutrió, incluso si el amor muere habrá de ser en silencio, Si va a morir, con él muere, /
Si va a vivir, con él vive. / Entre muerte y vida, calla,
Poema VII, Haciéndose tarde; el amor llegado cuando ya no se espera crea la sospecha de que sea
tardío, cercano al marchitar, ni la rosa ni la alondra ni la parra lo pensaron, Entonces, deja, no
pienses / En que es tarde. ¿Hubo tardanza / Jamás para olor y zumo / O el revuelo de algún ala?
Poema VIII, Viviendo sueños; escrito en tercetos, en rima asonante versos 1 y 3. El poeta tanto
tiempo deseando la llegada del amor duda si es un sueño propio que desaparezca al despertar. Mas
ahora en fin llegaste / De su mano, y aún no creo, / Despierto en el sueño, hallarte. Pero el amor es
pretexto para vivir, lo más valioso en la tierra, la presencia. Y sin embargo, Lo raro es que al mismo
tiempo / Conozco que tú no existes / Fuera de mi pensamiento.
Poema IX, De dónde vienes; El poeta se extraña de que el amado tenga padre o madre, Mi imaginar
no vence la extrañeza / De que sea tu existir originado en otros, que tenga origen fuera del amor
creado por el amado, Cuando único me parece,/ Creado por mi amor. El amado proviene del
reconocimiento del otro, se genera en el propio amor, Un puro conocer te dio la vida.
Poema X, Contigo; uno de los poemas más breves del conjunto está basado en preguntas con una
única respuesta, ¿Mi tierra? / Mi tierra eres tú. El amado es vida, tierra, gente; su falta es puro
destierro, Dime, mi vida,/ ¿Qué es, si no eres tú?
Poema XI, El amante divaga; Uno de los más bellos poemas de la literatura, aquí Cernuda usa
sextetos de versos para contar una historia, una leyenda en la puede extender su saber poético, entre
octosílabos y endecasílabos, para al final dar vuelta a la premisa inicial.
Dicen que en el infierno el tiempo tiene otra medida o desmesura, No sé. Mas allá el tiempo, según
dicen, / Marcha hacia atrás, para irnos desviviendo, y la historia de amor, Mejor será decir nada
más mía, se viva a la inversa, desde el final, Pasar de los principios del olvido, hacia el amor
ilusionado y de éste a un tiempo anterior al conocimiento, Y de ahí a la ignorancia / De ti, anterior
a nuestro hallazgo. Esta terrible visión hace que el poeta descrea de cielos e infiernos, por encima o
debajo de la tierra, ¿No serán cosa nuestra, de esta vida / Terrena a la que estamos hechos y es
bastante?. El amante crea el amor y también crea paraíso e infierno en la tierra, solo hay vida por la
presencia del otro, mas a todo renuncia el poeta con un verso hermosísimo Olvido de ti, sí, mas no
ignorancia tuya. El camino de la vida, el sentido de la marcha del tiempo, paraíso e infierno es
indiferente, el deseo esencial es que al final Tu existir esté allí, mi infierno y paraíso.
Poema XII, La vida; Cernuda equipara al amante con el sol, en el levante la presencia llega Sobre
mi existencia oscura / A exaltarla, para darle / Esplendor, gozo, hermosura. Mientras que en el
poniente crecen / En torno mío las sombras / De soledad, vejez, muerte. Doce versos octosílabos en
la que el amado es rey sol y el amante, individuo terrenal encadenado al ciclo del astro.
Poema XIII, Fin de la apariencia; 5 párrafos de 5 versos, en los que el amante es quien da la vida y
la muerte, deshace la apariencia Que da valor al hombre / Para el hombre en el mundo. Mas este fin
del enmascaramiento da otra vida, nueva e inquieta, Y como ser primero / Inocente, estoy solo / Con
mí mismo y contigo. El que da la vida también da la muerte y deja al amante al albur, sin defensa,
Morir parece fácil, / La vida es lo difícil, versos casi idénticos a los Emily Dickinson, y un paso
más allá llega el desistimiento, la confesión más amarga, Ya no sé sino usarla / En ti, con este
inútil / Trabajo de quererte, / Que tú no necesitas. (Love’s Labour’s Lost como la obra de
Shakespeare).
Poema XIV, Precio de un cuerpo; El cuerpo de estos poemas tiene un precio no siempre justo o
consciente, Cuando algún cuerpo hermoso, Como el tuyo, nos lleva / Tras de sí, él mismo no
comprende, el amante es receptáculo de ternura, vida, pensamiento, deseo, afán… fuera de ello no
queda más que sombras. Afuera como sombra de algo, / Una sombra perfecta / De aquel afán, que
es del amante, mío, que el amante no puede comprender ni el amado exponer, Tú no
comprenderías. / Por eso nada digo. El precio esta pagado y es claro: Este infierno de angustia y de
deseo.
Poema XV, Divinidad celosa; en 3 párrafos solventa esa lucha entre lo humano y lo divino, el
tiempo está sometido al cuerpo, Siempre ansioso de ti. Pero los dioses no soportan que el hombre
esté solo, el dios está celoso y su respuesta está cercana, Déjame amarte ahora. Un día, / Temprano
o tarde, Dios / Dispone que el amante deba / Renunciar a su amor.
Poema XVI, Hombre con su amor; El poema comienza con una declaración extraordinaria, Si todo
fuera dicho / Y entre tú y yo la cuenta / Se saldara, aún tendría / Con tu cuerpo una deuda. Nadie
puede poner precio a la paz entre los labios, a esta tregua con la vida, tu presencia / Y mi amor. Eso
basta. Y mientras mira dormir ese cuerpo se produce una revelación, Amanece. Así mira / Un dios
lo que ha creado. Mas amor y cuerpo se necesitan definitivamente, Mas mi amor nada puede / Sin
que tu cuerpo acceda: / Él sólo informa un mito / En tu hermosa materia.
Enrique Arias Beaskoetxea, Condición terrenal.
Aprecio en la interpretación de los “poemas para un cuerpo” que Enrique Arias Beaskoetxea hace suyo el tema y se convierte así en un interlocutor ideal para el autor. Cernuda habla a través de sus poemas, y estos tienen eco y una magnífica interpretación, a la vez que un análisis literario valioso, a través de la mirada atenta de Enrique. La expresión del amor, siempre tan íntimo y universal, puede tocar la intimidad de cada lector, y los poemas cobran vida así en el interior de cada uno, lo que enriquece aún más el verbo pronunciado. Con este estudio, los poemas se ven nutridos.
Muchas gracias, Lola.
Me siento abrumado ante tanta alabanza.
Espero haber conseguido una lectora más para Cernuda.