Por Rosalía de Santos
Una vez más, Jöel Dickers nos mantiene en vilo durante las más 600 páginas. Manteniendo el mismo estilo que ya vimos en El verdad sobre el caso de Harry Quebert y El libro de los Baltimore, donde estamos haciendo cábalas desde el principio.
Con una gran variedad de personajes, extremamente diferentes al principio, acaban confluyendo todos sus destinos en una pequeña ciudad de los Hamptons. Caracteres totalmente opuestos y razones de las más diversas, llevan a más de 10 personaje a convertirse en protagonistas de esta historia.
Narración en dos tiempos cronológicos. El principal, la investigación llevada a cabo en 2014 por Jesse Rossborg sobre la desaparición de Stephanie Mailer y los hechos acontecidos en la ciudad de Orphea en 1994.
La trama nos recuerda a Psicosis, la obra maestra de Hitchcock, donde la que creíamos protagonista deja de aparecer en pantalla después de apenas 20 minutos. Si bien no es la protagonista, sí es la que da título al libro y la que desencadena los hechos.
En cuanto a organización de los hechos, llama la atención la estructura de los capítulos, puesto que es una cuenta atrás, para después del momento clave empezar nuevamente a aumentar.
Si hay que poner un «pero», pondría el mismo que a todos los libros de este género: se tarda mucho en poner en situación al lector —por la gran cantidad de personajes que aparecen, y por lo tanto tienen que interactuar— y el final se resuelve en apenas 3 páginas. Hecho que no implica que no esté bien desarrollado. No obstante, es un libro en el que una vez finalizado, hay que reflexionar, pensar y meditar lo que nos han contado y si nos cuadra el final y no quedan hilos sueltos.
Opinión 4/5
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