Leer a Ángel González en el metro

cartelmetro.RevistaGaleradas.ArticulodeopinionSubir al metro de Madrid y leer sin llevar un libro ni un dispositivo electrónico es posible. En casi todos los vagones encontramos una poesía o un relato que nos acerca a autores españoles, como por ejemplo Ángel González. Composiciones que son más profundas de lo que parecen en realidad y nos invitan a reflexionar, vamos a ver uno que esconde mucho más de lo que aparenta.

El poema Inventario de lugares propicios al amor de Ángel González, lo podemos incluir en la corriente literaria de los llamados «poetas de los cincuenta» y que mayormente realizaron su labor en la década de los 60. Entre los autores de dicha corriente, no hay un estilo homogéneo, pero existe una variedad creativa a causa de que tuvieron una tímida apertura cultural. En ellos la poesía social tiene una gran presencia y estilo llano, aunque utilizan recursos formales, para escapar de la censura. Se observan principalmente dos tendencias, poetas que evitan la evidencia sentimental y la emoción directa; y otros poetas contemplativos. A Ángel González lo asociamos con la primera tendencia, junto con Gil de Biedma y José Agustín Goytisolo. Estos autores recurren a diversos procedimientos para evitar dicha evidencia sentimental y emoción directa.

Podemos justificar su pertenencia a esta corriente, porque observamos las características típicas de los «poetas de los cincuenta». En primer lugar, hay una crítica a la realidad, el poema nos habla de un «inventario» de lugares típicos en los que se reúnen enamorados: quicios de puertas, orillas de los ríos, bancos públicos…, pero en realidad es una crítica a esa gente que mira mal a los enamorados, esas «retinas reticentes, /vigilan, desconfían, amenazan». Esa crítica está tras la ironía como vemos en «no tocar peligro de ignonimia», para mostrarnos una realidad existente desde el humor.

El tema del poema, el amor, está entre los habituales de los poetas de esta generación. Ángel González combina la denuncia irónica o crítica social con la poesía íntima y desilusionada, que desplaza un tema que a priori parece colectivo hacía lo individual según avanza l poema. Empieza mostrando los lugares que son propicios para el amor, para acabar diciendo que «Queda quizá el recurso de andar solo, / de vaciar el alma de ternura /y llenarla de hastío e indiferencia…».También está presente la crítica social, que se desvela en el último verso, cuando nos dice «en este tiempo hostil, propicio al odio», nos está hablando de la sociedad en la que vive, se siente desilusionado con el tiempo que le ha tocado vivir. El tiempo es tema habitual en los «poetas de los cincuenta», sobre todo la fugacidad de la vida, aunque aquí lo menciona de refilón, pero nos habla de «viejas iglesias», dejando constancia de que el tiempo no se para, haciendo que su desilusión por el tiempo presente quede más patente.

Ana B. Villamor, Revista Galeradas

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