Filosofía aristotélica en «Cárcel de amor»

Esta obra de Diego San Pedro está escrita desde un punto de vista muy peculiar ya que el autor aparece como un personaje, inicia la obra  cuando él se extravía en Sierra Morena y Leriano encadenado le pide que sea su intermediario con su amada Laureola. El autor tiene un carácter compasivo al ayudar a Laureano y a la vez persuasivo, exagerado e insistente al hablar varias veces con Laureola hasta convencerla para que se apiade del dolor de este.

«Tú, señora, sabrás que caminando un día por unas asperezas desiertas, vi que por mandado del Amor, llevaba preso a Leriano […] Dolor le atormenta, Pasión le persigue, Desesperanza le destruye, Muerte le amenaza, Pena le secuta, Pensamiento lo desvela, Deseo le atribula, Tristeza le condena, Fe no le salva […] Contempla y mira cuánto es mejor que te alaben porque redemiste que no te culpen porque mataste […] Si no crees que matar es virtud, no te suplica que le hagas otro bien sino que te pese de su mal».

El amor desde un comienzo es el conflicto que envuelve a Leriano, encerrado por Deseo en la «cárcel de amor». Conserva las características de un amor cortés, que intenta seducir a una dama que quiere guardar su pureza ante todo. Se diviniza a la dama, pero a la vez se rompe el código del amor cortés al desvelar el cortejo mediante cartas, cortejo que debía ser secreto. Es un amor enfermo por parte de Leriano, que no puede soportar estar sin su Laureola y termina con su suicidio como final trágico.

Los coletazos de filosofía aristotélica se aprecian en la alegoría inicial con los símbolos de la «cárcel de amor» que se explican en el segundo capítulo. Los cimientos son fuertes de piedra, representan su fe, encima cuatro pilares fundamentales: la razón, el entendimiento, la memoria y la voluntad. El águila como símbolo del pensamiento de Leriano; los centinelas desdicha y desamor; el portero deseo y otro interior que es tormento. Toda esta alegoría ya presagia un final trágico la muerte. Ese final es la clave, ya que representa la necesidad de ser amado que tiene Leriano y todo hombre; según Aristóteles un hombre virtuoso debe ser egoísta y aprender a amarse a sí mismo, para luego ser amado y ser estimado. Al protagonista le falta eso, porque la amada le rechaza, ella prefiere su pureza, por eso acaba suicidándose.

Celia López, colaboradora Revista Galeradas.

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