Entrevista a Pablo Espejo Saavedra El capitán Aurwel y el tesoro definitivo

—Hola Pablo, queremos conocerte y a tus obras. En tu biografía podemos ver que eres licenciado en ADE. No podemos evitar sentir curiosidad por saber, ¿cómo y porqué empezaste a escribir?

—Hola a todos, lo cierto es que la vocación o esta cierta querencia artística me viene de familia, y por tanto, no la he elegido yo, o al menos no totalmente. Mi padre es aficionado a la escritura y la literatura, tengo familiares creativos, músicos, fotógrafos. La primera vez que recuerdo haber sentido fascinación por la literatura fue leyendo Poemas y canciones, de Bertolt Brecht. El resto ha sido seguir leyendo, y tener cierta inquietud.

—También leemos que eres un cinéfilo, ¿crees que ha influido de alguna manera en el tipo de escritura que haces el cine? ¿Qué estilo de películas te gustan?

Es cierto, soy un escritor que ha educado su mirada a través del cine, desde pequeño he sido asiduo a los cineclubs y me considero un apasionado del cine americano del S.XX, seguidor de grandes autores como John Ford, Howard Hawks, John Huston, Alfred Hitchcok, y muchos otros. Creo que ha sido en el cine donde he adquirido la poca o mucha habilidad que tengo para contar historias, donde he aprendido la cantidad justa de épica o comedia que necesita una narración para tratar de llegar al lector con eficacia. Considero que el verdadero reto de un autor es transmitir emoción (tensión, risa, miedo, intriga) porque además estas, las emociones, son la puerta ineludible para lograr que una novela perdure en el recuerdo. Transmitir emoción es un objetivo realmente ambicioso; para ello, todos los elementos de una novela han de funcionar como una máquina perfecta: los lectores deben observar talento en los giros argumentales, han de sentirse advertidos cuando el autor quiere advertir, han de encontrar cómicas las situaciones que este plantea como cómicas. Considero la emoción un objetivo al que no se puede llegar sin eficacia, un logro que orbita de forma cercana a lo que podemos llamar arte.

—Tu primera novela es El capitán Aurwel y el tesoro definitivo. ¿Cómo surgió la idea?

—Es una novela de aventuras pensada para el público, una obra fácil de leer donde prima el entretenimiento, un libro que quiere rendir homenaje a las novelas clásicas de aventuras que leía la gente de mi generación y de la generación de mis padres. Libros de autores tales como Alejandro Dumas, Melville, Conan Doyle o Julio Verne. El género fantástico y de aventuras creo que puede estar un poco denostado como también lo estaban las pulp fictions que leía la generación de mis padres, estas historietas que se compraban muy baratas y que básicamente servían para entretener, historias tan fáciles de leer como de olvidar. Yo he tratado de hacer una de estas, pero una que perdure en el recuerdo de algunos. Creo que todo lector, es, en el fondo, un lector del género de aventuras, de esos libros con los que todos empezamos de adolescentes en el mundo de la lectura y que a algunos de nosotros nos hicieron soñar. Además, tengo la sensación de que el género de aventuras marinas no está muy en boga, como no lo están las historias épicas y de aventuras en general. 

—Vemos que has escrito una novela muy épica además de divertida. ¿Cómo definirías la épica?

—Todo lo que rodea a la épica tiene, a menudo, mucho que ver con el mar. Podríamos ponernos a definir la épica, pero creo que nada lo ha hecho mejor, ni de manera más sobria, que la nota que el explorador irlandés Shackelton envió, supuestamente, a un diario para tratar de reclutar tripulantes cuando su viaje a la Antártida, aquello de Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de oscuridad aguardan. Posibilidad de no vuelta. Fama y gloria en caso de éxito. Por supuesto, esta nota se dice que no existió realmente, sino que fue una invención posterior de un periodista. No existió, al parecer, como tampoco existe la épica y la aventura en nuestras vidas, al menos para el más común de los mortales. Así, debemos de dejar estas distracciones como elemento de evasión, de escapismo, para esquivar nuestra rutina, una suerte de construir mundos paralelos donde nos sintamos libres por un instante. Esto emparenta claramente con la fantasía contenida en este libro.

—¿Cuál es tu personaje favorito y por qué? ¿Hay algún personaje que odies?

—El capitán Aurwel, un antihéroe, considero que puede ser un buen ejemplo de perdedor, al estilo del personaje de Joseph Cotten en El tercer hombre. Aurwel es un lazarillo, un contrabadista que se verá enredado en la búsqueda de un objeto mítico, un talismán cuyo significado nunca será capaz de comprender; se verá inmerso en su búsqueda, en un misterio, en un enredo, tejido por seres más dotados que él. Su personaje también es un elemento cómico, una especie de Cary Grant en un film propio de la screwball comedy, aquellas películas con diálogos rápidos y memorables, llenos de ingenio, como Luna NuevaMe siento RejuvenecerHistorias de FiladelfiaLa fiera de mi niña, etcétera. También es un personaje preso de una ambición ardiente, de ahí la broma o paradoja del título, el tesoro definitivo. ¿Existe límite para las ambiciones humanas? ¿Es concebible un objeto que las colme todas? ¿Puede existir realmente un objeto con una riqueza definitiva? Siempre que pienso en ello recuerdo la letra de Springsteen en Badlands, el hombre pobre quiere ser rico, el hombre rico quiere ser rey, el rey no parará hasta dominarlo todo.

—Si tuvieras que elegir una escena del libro como tu favorita, ¿Cuál sería?

—He tratado de transmitir cierto crealismo en las escenas de acción que describo, en especial en los combates navales. Me gustaría dar a conocer la literatura naval a quellos lectores que no se consideren aficionados, e intentar que, en la medida de lo posible, se sientan transportados a un combate de penol a penol entre dos navíos de guerra del siglo XVIII, pero siempre desde un nivel que pueda ser disfrutado por todos, más centrado en la acción que en el lenguaje técnico. Me he encontrado con muchos libros náuticos realmente buenos para lectores avanzados, pero yo he tratado de hacer algo que pueda ser disfrutado por la gran mayoría de los lectores. Así, incluyo gráficos y explicaciones para aquellos que no tengan nociones de navegación, porque el objetivo de la parte naval del libro, como digo, es integrar e instruir a la gente sobre los términos náuticos. 

—Además de la novela, has escrito relatos. ¿Te has sentido más cómodo escribiendo relatos o la novela? ¿Por qué?

—Los relatos cortos son más sencillos porque tienen menos desarrollo, una novela lleva más tiempo y no se suelen tener claros todos elementos desde el principio, algo que sí sucede en el relato corto. En la novela has de conocer el cuerpo principal, los caminos por los que llevar la trama y las motivaciones de los personajes, pero siempre hay partes o giros argumentales que parecen cubiertos por una especie de neblina de guerra, una suerte de humo negro que se va disipando a medida que vas escribiendo, o al menos así es en mi caso. Además, es conveniente tomarte tu tiempo para atar todos los cabos de la novela, una especie de pausa antes del final, yo, por mi parte, me suelo tomar un par de meses para discurrir un desenlace antes de escribirlo. Soy muy lento para acabar una novela, prefiero tardar más antes de leer un final decepcionante. Considero los remates flojos de las obras, los finales decepcionantes, como los grandes males de la mayor parte de las series, novelas y películas ya desde hace un tiempo. Yo prefiero tomarme mi tiempo para discurrir como echar el mejor cierre a una historia.

—Recomiéndanos tu libro para que lo leamos.

Invito al lector a reservarse una tarde, un momento para sentarse a leer y disfrutar, a recordar a través de esta obra todos aquellos primeros libros que alguien le recomendó de niño y que le han hecho amar la literatura. Porque es una novela que quiere transmitir emoción, una emoción que no va a permitir a los lectores separarse del libro hasta haberlo por lo menos mediado, y de ahí creo que van a estar listos para encarar un final sorprendente. Los lectores del género de aventuras creo que se lo pueden acabar en dos tardes, y los no aficionados se van a ver sorprendidos por la comedia y la aventura que van a encontrar en sus páginas, estructuradas en capítulos cortos y disfrutables. Es un libro con un ritmo frenético, no en vano, toda la novela es en realidad una persecución, por tierra y por mar. Creo que no va a decepcionar a los aficionados a las grandes sagas fantásticas y de aventuras del cine y la literatura, porque es el libro que yo querría haber hallado si fuera lector, es una obra cien por cien orientada al público, un libro de aventuras <>. Espero que pueda significar algo para alguien, en alguna parte.

—Gracias Pablo por concedernos esta entrevista y acercarnos un poco más a ti y a tu obra. No dejes de escribir y ojalá haya otra novela pronto.

Ana B. Villamor, redacción Galeradas

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