Entrevista a Ana Caravaca

Recientemente ha salido a la venta Bienvenido a bordo . Hoy tenemos el placer de entrevistar a su autora, Ana Caravaca


¿Cómo surgió la idea de escribir Bienvenido a Bordo

En cierto modo, se debió a dos motivos fundamentales. En primer lugar, porque acaba de leer el libro de Foster Wallace “Algo supuestamente divertido que nunca más volveré a hacer” y me quedé tan fascinada de lo actual que era, a pesar de haber sido escrito quince años atrás, que me animó a escribir una “segunda parte”, eso sí, describiendo lo que el autor no pudo llegar a contar, porque no podía acceder a determinadas zonas del barco donde estuvo. En cierto modo, me sentía elegida a hacerlo. Y, en segundo lugar, porque allá donde voy, siempre acabo escribiendo mis pensamientos, reflexiones, etc, y el barco no iba a ser menos. Cuando uno está embarcado los minutos parecen horas y las horas días, por eso tiene que tomárselo con tranquilidad y buscarse distracciones. Y qué mejor distracción que escribir y describir lo que iba viendo.
¿Qué buscabas escribiendo este reportaje sobre la vida de los tripulantes dentro de un crucero de lujo? 
Si quieres que te diga la verdad, no buscaba nada en concreto. Tan sólo ponerme una cámara al hombro e ir grabando lo que iba sucediendo a mi paso, para que la gente de fuera lo supiera. Estar allí ya es una cuestión difícil que le atrae a mucha gente, pero en el fondo no sabe en qué consiste. Por eso me propuse contárselo al mundo con el único interés de trasmitir cómo se vive y se trabaja en un barco de este tipo.
Pero a veces en tu libro, haces comentarios sobre personas que actuaban de manera poco ética.
 
¿No tienes miedo a que alguien se dé por aludido?
Para empezar, ninguno de los que menciono en el libro, son del todo real, ya sabes, no sólo les cambio el nombre, sino también la nacionalidad y a veces, incluso el sexo. Cuando uno escribe y dice la verdad, o simplemente lo que ve, pero que puede que no sea “aceptable” por muchos o por alguien, siempre tiene miedo. Pero es ese miedo, lo que hace que precisamente me anime a seguir escribiendo, porque pienso que a alguien que lo intentó antes que yo, hizo que no llegara a hacerlo. Quizás sea más valiente o me tome la vida de otra manera, ya que el hecho de trabajar en emergencias, hace que me enfrente con la verdad todos los días. Cuando alguien se está muriendo, me tengo que acercar al familiar de al lado y preguntarle si quiere donar sus órganos. Si eso lo hago en la vida real y en un contexto tan al límite como es la vida y la muerte, ¿cómo no voy a contar lo que veo a mi paso por esta vida?
Además, como dice el dicho “quien pica, ajos come”. No he pretendido ni pretendo ofender nunca a nadie cuando hablo sobre él o ella. Simplemente cuento lo que ha dicho y cómo ha actuado, si eso parece una ofensa, no es culpa mía. Será porque hay algo de verdad en el fondo.
En base a tu experiencia vivida allí, ¿tú crees que compensa trabajar en un crucero de lujo y pasar toda esa soledad que mencionas en el libro? 
Pues mira, no. Rotundamente no. En esta vida hay que trabajar para vivir y no al revés. El problema es que hay gente que lo necesita de verdad. Tenía compañeros que trabajaban nueve meses seguidos para alimentar a toda una familia. Debían pagar con su vida el que su mujer tuviera electrodomésticos, el abuelo una prótesis y sus hijos fueran a la universidad. El problema es que el coste no es un simple peaje, es la vida misma. Quizás, si estuviera planteado este mismo trabajo con contratos más cortos, pero el hecho de tirarte tres cuartos de la vida encerrado y ganando dinero…¿le compensa a alguien?
Aunque entre los tripulantes también hay mucha gente avariciosa que trabaja para acumular fortuna sin necesidad de hacerlo. Gente que lo hace porque se lo toma como algo temporal y cuando vuelve a su país, abre un negocio. Y también gente que no trabaja por dinero. Aunque parezca mentira, en estos barcos, hay gente que busca un “hogar” flotante, rodearse de gente, compañeros, ruido y estar entretenido, porque no tiene a nadie que le espere en casa o si lo tiene, prefiere estar sin él.
¿Cuál fue el motivo por el que querías marcharte fuera a trabajar? 
Llevo más de veinte años trabajando como médico en la sanidad pública en España y en comparación a otros países, considero que estamos infravalorados y mal pagados. En primer lugar, porque aunque parezca mentira, ni siquiera existe la especialidad de urgencias. Existen especialidades que no sirven para casi nada o son poco útiles, y en cambio la de urgencias y emergencias es un caballo de batalla que no termina por cuajar. Esto implica, que los que trabajamos en urgencias en España, somos de otras especialidades, algunas incluso que no tienen nada que ver. Y por otro lado, si yo me quiero buscar la vida fuera de España como hace un anestesista, con sueldo de anestesista y demás, yo nunca seré reconocida como tal. Es decir, me seguirán pagando como si acabase de terminar la carrera, aunque tenga cincuenta años y nunca seré considerada médico de urgencias. Esto cansa y decepciona. Así que opté por buscar la manera de expandirme profesionalmente, ganar más dinero y ser tratada, considerada y reconocida como médico de urgencias.
Pero siempre hablas de que tu sueño americano era un sucedáneo.
Claro. En Estados Unidos, un europeo no puede ejercer, a no ser que esté certificado allí y esto se remonta a casi la universidad. Habría que examinarse para homologar el título, lo cual es un proceso costoso y caro que puede durar dos años mínimo, ser bilingüe, examinarse allí. En fin, una historia. En cambio, las navieras, aunque sean americanas, permiten que trabajen médicos con experiencia en urgencias, ya que es como si estuvieran en “aguas internacionales”, es decir, en tierra de nadie, por lo que legalmente no es problema. En una palabra, que trabajaba para una empresa americana, pero no en Estados Unidos.
En el libro dices que era una empresa americana, pero que no había casi americanos trabajando, ¿a qué crees que es debido? 
Imagino que es porque los sueldos no eran muy altos para ellos. Para un médico que cobra unos 2500 euros en España, el hecho de que te paguen diez mil al mes, es decir, cuatro veces más, es bastante considerable. Pero es que, en Estados Unidos, un médico puede cobrar tranquilamente diez veces más, por eso, no iría nunca a un barco a trabajar. Del mismo modo, había muchos trabajadores que no pasaban de mil dólares al mes que, aunque a nosotros nos puede parecer poco para todas las horas que le echan, como eran de países pobres, era una auténtica fortuna para ellos.
¿Qué es lo que más te gustó de tu estancia allí? 
En principio me gustó la experiencia en sí. Hay veces que ver la cruda realidad, es maravilloso, aunque sea cruda y sea real. Me gustó convivir con gente de todo el mundo, escuchar sus historias personales, y que todos fuéramos “iguales”. Aunque los galones es el signo de distinción más evidente en un barco y puede marcar muchas diferencias, yo me mezclaba con todo el mundo y me gustaba. Ver el instinto de supervivencia de los que venían de países pobres, el afán de superación de otros, el gran sentido de la responsabilidad que tenían todos los tripulantes con su trabajo. Era como si estuviera delante de una muestra de lo “mejorcito de cada país”. Y por supuesto, eso de ir a la playa, entre la consulta de la mañana y la de la tarde, no tenía precio. Adoro el calor, así que trabajar en el Caribe, para mí fue un lujo de por sí.
¿Qué es lo que te gustó menos? 
Evidentemente lo que no me gustó lo he dejado reflejado en el libro. No me gusta que la gente poco humana ocupe un puesto de responsabilidad porque la empresa se lo permita. El hecho de que los jefes-tiburón, le hagan la vida imposible a los trabajadores y creen mal ambiente, es una experiencia que no sólo existe en un barco, sino en casi todos los trabajos. No solo perjudican en el buen hacer de los demás, sino que divide a los compañeros. En los diferentes departamentos, siempre estaban los dos grupos bien diferenciados: los pelotas que seguían la corriente del jefe aunque fuera un tirano y los que procuraban que les dejaran trabajar en paz.
Por otro lado, creo que las reglas de las navieras son demasiado estrictas. Ya solo el hecho de quitarte el pasaporte nada más llegar, es un reflejo de que te has convertido en una especie de preso. Pasas de ser un trabajador con tus derechos, a una persona a la que le retiran la documentación por miedo a que “huya”.En el libro hablas de soledad, pero también hablas que había gente de todo el mundo.
¿Es que no era fácil hacerse amigos? 
Es muy difícil hacerse amigos en un barco, porque es un sitio donde se sobrevive. La gente va a este lugar a ganar dinero, lo cual es proporcional al estatus que poseas. Y este estatus se consigue a base de una promoción interna sin reglas. De pronto veías a uno que ocupaba un puesto y al día siguiente le habían ascendido a manager, con el aumento de sueldo y todos los beneficios que esto conllevaba. Por lo que la gente quiere promocionar y ser “bueno” para tener poder y ganar más sueldo. Cuando convives con gente con la que lo único en lo que piensa es en trabajar y en subir en la empresa, es difícil ganarte su confianza, porque puede ocurrir que en cualquier momento, aproveche una debilidad tuya, como escalera para trepar.
¿Cómo era la relación entre los españoles?
Los españoles somos gente muy curiosa. Cuando estamos en España, nos corroe la envidia del vecino y el hecho de que tenga una casa mejor, puede que haga que dejemos de hablarle. Pero cuando estamos fuera, somos gregarios y tendemos a buscarnos. Incluso si surge algún problema, somos gente que trata de ayudarse. En general, considero que la relación entre los españoles que se encuentran fuera es buena, aunque claro está, siempre está el “rarito”.
¿Qué esperabas encontrarte cuando decidiste ir a trabajar como médico a un crucero?
La verdad es que no tenía ni idea de lo que iba a resultar. Tenía claro que me quería marchar de España y esa era la forma más fácil y atractiva para mí, a pesar de toda la burocracia y cursos que me exigían. No tenía ningún conocido ni nadie que hubiese trabajado en un barco. Lo que sí me atraía era el hecho de navegar (soy de abuelo marino), he trabajado en el centro coordinador del instituto social de la marina durante años y también tengo el patrón de recreo. Es decir, lo que más me atraía era la posición que iba a tener y el hecho de navegar. Porque del resto no tenía ni idea.
¿Cuál fue el momento más duro? 
Si por duro entiendo, el momento más difícil pero superable y no del todo bajo control, pero con el estado de ánimo conservado, fue nada más llegar. El primer mes fue realmente duro. Era un mundo extraño, encerrados en un barco, con gente de todo el mundo. Además, el hecho de tener que hablar siempre en inglés, no te permite expresar tus emociones realmente. Pero, aunque estaba sola, también estaba muy emocionada y eso lo hacía llevadero.
Si en cambio, duro es un momento difícil en el que ves que no puedes controlar la situación por mucho esfuerzo que le pongas y empieza a peligrar tu sentido del humor y hasta tu razón, fue cuando se cumplieron los momentos tensos que ya auguré cuando se cambiaron algunos miembros del staff médico. En emergencias, donde trabajamos sin parar 24 horas del día seguidas, tenemos una premisa: da igual todo, excepto el equipo. Si estás con gente con la que te llevas bien y es cumplidora, no sólo 24 sino serías capaz de seguir trabajando más horas. Porque no hay nada más agotador que trabajar con gente canalla o vaga. Y ese fue precisamente el momento más duro para mí en el barco. Cuando me di cuenta de que algunos miembros que tenía en la Medical Facility eran realmente tiranos y eso hacía que hubiese desunión y mal ambiente entre nosotros y con los pacientes.
¿Y el más divertido? 
En el fondo, me reí poco en el barco, y eso no es sano. Pero en general los mejores momentos fueron cuando vino Javi, mi marido, a estar conmigo unas semanas. El siempre me hace reír aun en los momentos más dramáticos. Aunque el hecho de poder salir a puerto algunos días y conocer algunas playas o parajes bonitos, también mereció mucho la pena. Si te digo la verdad, en los casi cuatro meses que estuve, no hice ni una sola excursión programada del barco. No solo por no mezclarme con la gente (además iba sola) , sino porque eran caras a pesar de que nos hacían un descuento. Pero no me importaba, porque sabía y sé que volveré a algunos sitios donde he estado con el barco y no he podido ver prácticamente nada.¿de qué forma has plasmado en este libro tu experiencia?
Pienso que sin querer he hecho un reportaje periodístico con tintes personales. Me he puesto la cámara al hombro y he empezado a contar lo que iba viendo en mi tour dentro del barco. Eso sí, arriba y abajo, es decir, en la zona de pasajeros y en la de tripulantes. Por eso estaba tan animada a hacerlo. Sabía que tenía una posición privilegiada al poder moverme por todo el barco y que al mismo tiempo era muy interesante el contraste que se vivía entre unas cubiertas y otras. Pero quería expresarlo con mis palabras y desde dentro. Sé que el género es un poco inclasificable, porque ni es ensayo, ni novela, ni nada “etiquetado”. Pero no me importa, porque creo que el resultado llega a la gente que lo lee y esa era mi intención.
¿Cómo es tu estilo?
¿Mi estilo? ¡ja, ja! ¡Pues no lo sé! Te puedo decir cómo me gustaría que fuese y que sería directo, respetuoso, sincero y como soy yo: trasparente.¿Qué es lo que más te marcó de esta experiencia?
Rotundamente una cosa: el sacrificio de un miembro de la familia, para que los demás puedan vivir en su país, pagando el precio de no poder estar juntos. Hace años vi una película que me marcó y que siempre la comparo (un poco exagerada) con la vida de estos tripulantes. Se llama “Brave” y es de Johny Deep y Marlon Brando. En ella, Jonhy es un latino, padre de una niña. Su situación es tan miserable y pobre que toma la decisión de hacerse matar en directo delante de Marlon Brando, para que así su familia reciba el dinero que éste le iba a pagar por hacerlo (el Brando era una especie de vouyeaur macabro que pagaba por ver morir a la gente).
Pero también me marcó la pobreza de mucha gente, que prefiere vivir allí dentro acumulando dinero y sola, porque no tiene familia fuera, aunque como digo en el libro, no se sabe si esto último , es la causa o la consecuencia de lo primero.
¿Por qué animarías a nuestros lectores a leer “Bienvenido a bordo“?
Yo animaría a todo el mundo que leyera “Bienvenido a bordo” porque es realmente un viaje. Un viaje dentro de otro viaje que sería un crucero. Un viaje a lo que sería el mundo resumido en un casco, donde arriba están los poderosos y los que pagan y abajo viven los que sirven a los de arriba. Es un mundo de contrastes no solo entre pasajeros y tripulantes, sino entre tripulantes entre sí. Es un mundo al revés, donde un subsahariano puede ser el jefe de un europeo, en un barco americano que ni siquiera porta bandera americana ni hay americanos trabajando dentro, un mundo donde cualquiera puede llegar a ser jefe y todo el mundo quiere hacerlo lo mejor posible, para que los de arriba disfruten, coman, se emborrachen y rían. La vida misma.
Después de vivir todo lo que viviste, ¿te quedarían ganas de subir a un crucero como turista?
Me apetece mucho, pero no de este tipo. Me gusta mucho el mar y el hecho de navegar. Creo que hay otros cruceros más minimalistas y personalizados. Pero no hay mejor crucero que el que se programa uno mismo. Para poder bajar a tierra y estar cuanto tiempo se quiera recorriendo ese país, para después poner rumbo a otro y así, con libertad y sin la necesidad de tener que pagar por todo ni vivir experiencias enlatadas. En mi vida he hecho un par de cruceros fluviales y era más de lo mismo. Quizás algún día tenga mi propio barco, no sé.

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