Este vocablo es un ejemplo de palabras que caen en desuso al no utilizarse el objeto al que designan. Este vocablo etimológicamente procede del árabe «qandíl» que a su vez viene del latín «candēla».
El candil estaba compuesto por dos cazoletas superpuestas de metal. La inferior se prolongaba verticalmente por un vástago perforado o con un gancho para ser colgado en una pared, o un gancho para ese fin.
La otra parte con forma de cazuela estaba dentro de la anterior, conocida como candileja, contenía aceite, y mecha. Su finalidad era iluminar los hogares antes de existir la luz eléctrica. Era más fácil de llevar que una vela porque la llama era más resistente.
Los candiles se conocen desde el siglo X a.C. y fueron los instrumentos más habituales de iluminación. No es hasta el siglo XVIII que el candil fue reemplazado por la lámpara de Argand, reemplazada más tarde por la lámpara de queroseno, hasta llegar a las bombillas de electricidad.
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