(un recorrido por el humor español)
Por Adolfo Marchena
Antes de adentrarnos en las letras españolas, decir que el origen de la palabra humor nos llega desde la antigua civilización griega. Homero se animó a parodirar sus epopeyas con La Batracomiomaquia. Se trata de una versión delirante de la Ilíada, donde Aquiles y sus amigos hipermusculados son sustituidos por ranas y ratas. Lo encontramos también en las comedias teatrales de Aristófanes, como Lisistrata, Las nubes, Las ranas o La asamblea de las mujeres. Platón y Aristóteles dedican sendos capítulos al fenómeno del humor y la risa, aunque también señalan la importancia de su moderación. El filósofo, matemático y polimata griego, Demócrito de Abdera, dijo: La risa te hace sabio.
El humor en la literatura española nace ya con el Arcipreste de Hita, al que seguirán El lazarillo de Tormes, Cervantes, Quevedo o Torres Villarreal; así hasta el siglo XIX, donde, a partir de la Guerra de la Independencia, el humor se fue perdiendo. El panorama recobró impulso a finales del XIX y principios del XX, hasta llegar a esa explosión que sacudió la escena entre la década de los años 10 y 30. Principalmente a través de revistas como Madrid Cómico, Cu-Cut o Buen Humor y El be negre en Barcelona. Con las revistas surgió un arte nuevo: el humor gráfico. Después del año 39 surgió y sobrevivió hasta los años 60, la mítica revista La Codorniz. En las páginas de estas revistas participaron ilustradores como Ricardo García (creador de la revista Gutiérrez), Tono o Mingote. Entre los escritores figuran: Ramón Gómez de la Serna, Miguel Mihura, Wenceslao Fernández Flores o Enrique Jardiel Poncela. Aunque no participase en ninguna de ellas, cabe mencionar a Pedro Muñoz Seca, considerado por Sainz Robles como el “fénix de los ingenios del siglo XX” y del que Valle-Inclán escribió: Quítenle al teatro de Muñoz Seca el humor, desnúdenle de caricatura, arrebátenle su ingenio satírico y facilidad para la parodia y seguirán ante un monumental autor de teatro. Escribió obras como La venganza de Don Mendo, Anacleto se divorcia o La tonta del rizo. Este auge se detendría en los años 40; llegando a nuestros días con apenas un puñado de títulos publicados. Queda algún destello de humor en la obra de Álvaro Cunqueiro así como en algunas novelas de Camilo José Cela o de Torrente Ballester.
Enrique Jardiel Poncela escribe que: Intentar definir el humorismo, es como pretender atravesar una mariposa, usando a manera de un alfiler un poste telegráfico. Y en un artículo titulado El humor en la literatura española, Wenceslao Fernández Flores, comienza diciendo: Y bien necesito yo, en efecto, mirar dentro de mí mismo para ver qué cosa es esa del humor, cuando fuera me vienen tantas estimaciones diferentes, tantas apreciaciones encontradas y la impresión de tantos sentimientos despertados por él, que van desde el agrado hasta la misma cólera. Poco a poco el humor va reivindicándose con nuevas colecciones de libros, festivales como el Ja! de Bilbao o, incluso, una librería que sólo acepta libros humorísticos. Editoriales como La Fuga, que ha creado la colección Humores Causa; Pez de Plata, que ha sacado al mercado la colección La Risa Floja y otras como Anagrama, Libros del Asteroide, Seix Barral o Impedimenta, están apostando por el regreso de un género que se quedó anclado hacia la mitad del siglo XX.
Sin obviar escritores como Luis Martín-Santos, Miguel Delibes, Sergi Pàmies, Quim Monzó, Eduardo Mendicutti, Cristina Fernández Cubas o Eduardo Mendoza, autor de El misterio de la cripta embrujada o Sin noticias de Gurb, entre otras novelas. Citaré algunos autores y autoras de una hornada más reciente y que están contribuyendo al auge de un género que no siempre ha sido bien visto y, en ocasiones, denostado. Antonio Orejudo (1963) ha escrito novelas como Fabulosas narraciones por historias, Ventajas de viajar en tren, Reconstrucción o Un momento de descanso. En su último libro, Grandes éxitos (2018), el autor mezcla con maestría comedia y erudición. En una entrevista responde: Me parece algo muy valiente, pero en el mundo anglosajón es muy diferente. En el mundo cultural español, está prohibido. Y es curioso porque si echas un vistazo a la tradición encuentras sobre todo libros de risa. Alfredo Martín Gorriz le pregunta si se considera, como Martin Amis, un novelista humorista, algo que –añade- es impensable en España. Juan Jacinto Muñoz Rengel (1974) es autor de novelas como El gran imaginador o El asesino hipocondriaco, si bien, su última publicación se trata de un ensayo titulado Una historia de la mentira (2020). Sus cuentos ha sido incluidos en las tres antologías de referencia de su generación: Cuento español actual, Pequeñas resistencias y Siglo XXI. Fernando Iwasaki, escribió en ABC una crítica respecto a la novela El asesino hipocondriaco, donde dice: Una novela genial, deliciosa, divertida, desopilante, chocarrera y más que probablemente patológica. Hace años que no leía una novela tan descacharrante. Otra autora a tener en cuenta es Patricia Esteban Erlés (1972). Ha escrito novelas como Manderley en venta, Azul ruso, Casa de muñecas o Fondo de armario (2109). Alguna de las antologías donde ha aparecido son. Perturbaciones. Antología del relato fantástico español o 22 escarabajos. Antología hispánica del cuento beatle, en edición de Mario Cuenca Sandoval. En el año 2017 fue premiada con el Premio Dos Passos con la novela Las madres negras. En el noveno Festival Internacional de Literatura y Arte, Ja!, celebrado en el 2018 en Bilbao, Patricia Esteban Erlés y el director de cine Paco Plaza, analizaron la posibilidad de enlazar humor y terror en una obra artística de ficción. La autora es una maestra del humor negro. Dicho humor es un concepto cuya definición no tenemos clara, aunque la mayoría de la gente se muestra convencida de que sabrá reconocerlo de inmediato. Según la edición y el diccionario que escojamos podemos encontrar definiciones tan diversas como: humor grotesco o mórbido usado para expresar lo absurdo, insensible, paradójico y cruel del mundo moderno; o esta otra: Humor enfermo / Humor sardónico, amargo. No todos somos iguales, indudablemente, por lo que el humor nos afectará de una u otra manera; nos agradará más o menos. Lo importante es encontrar, sea el tipo de humor que sea, la sonrisa que nos haga olvidar, por un momento, la inclemencia y esas tormentas, muchas veces, reincidentes en nuestras vidas.
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