Estampa de una movida

Revista Literaria Galeradas. MovidaPor Adolfo Marchena

La movida comenzó «oficialmente» a principios de los años ochenta (hay quien la sitúa entre 1978-88), en el homenaje a Canito (José Miguel Cano Leal), batería de Tos (luego Los Secretos), fallecido en accidente de tráfico. El concierto tuvo lugar el 9 de febrero de 1980 en el Salón de actos de la Escuela de Caminos de la Universidad Politécnica. Durante esa etapa se sucedieron muchos cambios en la sociedad y en la literatura, como la forma de expresión, tanto verbal como estética, desde una visión innovadora y liberal. Los fanzines fueron el canal con el que compartir cualquier ambición artística. Entre ellos, se publicó la revista La luna, baluarte del movimiento, que halló reflejo en algunos programas televisivos como La bola de cristal. Miguel Trillo nunca quiso firmar ni poner cara en los legendarios Rockocó, Callejones y avenidas y Madrid, las calles del ritmo, pese a la insistencia de Paloma Chamorro, que siempre quiso entrevistarle. El mencionado Trillo, se dedicó a retratar aquella inesperada escena musical nocturna que acababa de surgir. Otros fanzines de la época, fueron: La Pluma Eléctrica, 96 Lágrimas, Du Duá o Me Mata2.

El 13 de marzo de 1984 se celebró la Tertulia de Creadores, donde se habló sobre la Narrativa de la Postmodernidad. Los escritores, encabezados por José Tono Martínez y Gregorio Morales, pretendían instaurar las bases de una literatura oficial de la movida. Otros escritores allí presentes fueron: Javier Barguin, José Antonio Gabriel y Galán, Luis Mateo Díez, Vicente Molina Foix, Ramón Mayrata o José Luis Moreno-Ruiz. El propio Gregorio Morales recrea todo este ambiente en la novela La cuarta locura (1989) y, sobre todo, La individuación (2003). Sin olvidar Los padres viudos (Premio Azorín de Novela 1983), de Molina Foix o Una mala noche la tiene cualquiera, de Eduardo Mendicutti; La historia de un travestido andaluz, La Madelón; comunistoide, dicharachero, tierno y emotivo, que ve peligrar sus libertades el día 23-F.

Miembro activo de la Movida Madrileña, en su vertiente más marginal, es el autor del libro de poemas Los planos de la demolición. Se trata de Ángel Álvarez Caballero, conocido como «El Ángel». Uno de los poetas malditos más importantes de este país, quien arrastra una historia negra, a la que se suma la dificultad que entraña encontrar algún texto suyo. Ana Curra lo define como «un inadaptado tremendamente guapo, puro, transgresor, señalado por el índice de Dios». El poema Por la vena, comienza con el verso: «De chinorri creía que me iba a comer el mundo». A este poeta se unen los también denominados malditos de la Transición: Eduardo Haro Ibars, Leopoldo María Panero, Aníbal Núñez, Eduardo Hervás o ´Félix Francisco Casanova; además de los poetas contraculturales catalanes, vinculados a la revista Star: Zane Speer, Jordi Carbó, Pau Maragall, Pau Riba, Pepe Sales y Marc Balls.

El poeta y escritor Félix Francisco Casanova, aunque falleció a los 19 años, contaba ya con una sólida obra en su haber. Apasionado del rock y de la vida, manifestó: “Yo quiero escribir sobre el placer de dar una puñalada en la noche de lluvia, la locura del alcohol en la sangre y el miedo dulce que me reconforta”. Sobre su obra mayor, la novela El don de Vorace, el poeta Rafael-José Díaz opina: “Es un libro inquietante que me recuerda a Crimen, de Agustín Espinosa, a Cerveza de grano rojo, de Rafael Arozarena, a Los puercos de Circe, de Luis Alemany, a la mejor narrativa que se ha escrito en Canarias”. La Editorial Demipage publicó en el 2017 su obra completa. El volumen comprende su novela, el “Yo hubiera o hubiese amado”, el diario de Casanova; así como todos sus libros de poesía, poemas con su padre, etc.

Los años de la Movida fueron años marcados por el rock, las drogas y la música pop, donde la fiesta y la diversión eran casi continúas. Los jóvenes acudían a todos los conciertos que podían, y dejaban que la noche pasara hasta despuntar el alba. Las salas que albergaban estos conciertos eran Galileo Galilei, Rock-Ola, La Vía Láctea o La sala Sol, entre otras, y por ellas pasaron grupos como: Barón Rojo, Obús, Leño, Alaska y los Pegamoides o Radio Futura. Dichos grupos sonaban en los programas musicales de Onda 2. Aunque surgió en Madrid, el espíritu liberador fue contagiando a otras ciudades españolas como Vigo, Bilbao, Barcelona, Valencia y Torremolinos.

Con Euforia (2012), su primer libro, David Valdehíta, se cuela en el Madrid más canalla y drogadicto, notablemente distinto al de los triunfadores que suelen contar el famoso movimiento social y cultural de los años ochenta. Para Valdehíta: «La Movida fue lúdica, festiva, frívola y excéntrica, pero se llevó a mucha gente, otros se quedaron tarados, otros colgados a la droga, otros en la cárcel… Han quedado los triunfadores, como Alaska o Almodóvar, que probablemente fueron los más frívolos», explica el autor. Recientemente Enrique Llamas ha publicado Todos estábamos vivos (2020), retrato social de una época. La idea del escritor era trazar un plano de aquel momento tan idealizado. Respecto a la labor de documentación, nos aclara: «Me sirvió mucho Crónica del desamor de Rosa Montero, las películas de Eloy de la Iglesia, las primeras películas de Almodóvar…». Precisamente, una de las frases más conocidas sobre la movida la pronunció este cineasta: «No éramos una generación; éramos un movimiento artístico; no éramos un grupo con una ideología concreta. Éramos simplemente un puñado de gente que coincidió en uno de los momentos más explosivos del país».

La Movida no está exenta de polémica; el periodista Víctor Lenore, entre otros, desmitifica lo que supuso la movida en el libro Espectros de La Movida: Por qué odiar los 80 (2018). Este controvertido periodista ya puso en solfa, también, el indie rock. Tal vez, como dijera Alberto García-Alix: «Los que no vivieron la Movida la odian, yo creo que por envidia. Y los que la vivieron saben que ya no volverá». Se han escrito numerosos libros evocando aquel fenómeno y reflexionando sobre él. Citar como ejemplo el emblemático Sólo se vive una vez. Esplendor y ruina de la movida madrileña (1991), coordinado por José Luis Gallero. Debido, en gran parte, a la comercialización de los grupos musicales, la movida se fue diluyendo para dar paso a otras «maneras de vivir», que cantaba Leño y donde, en la literatura –como herencia de aquellos movidos años- surgió la que se vino a definir como Generación X.

 

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