«Soy Pilgrim», de Terry Hayes
Editorial: Salamandra
Reseña de GaleradasQuizá fui de las primeras en descubrir una novela que no se está abriendo paso gracias a una bombardeante campaña editorial, si no partiendo del boca a boca, de las sensaciones que deja su lectura entre los lectores.
Soy fan declarada de la novela negra, pero tras muchos años de asidua lectora reconozco que no es fácil sorprenderme. Busco buenos thrillers, tramas que me sorprendan, que me mantengan en vilo a lo largo de todas sus páginas, que tenga personajes sólidos como protagonistas. Lo reconozco, no es fácil conquistarme con este género.
«Soy Pilgrim» comienza en la habitación de un hotel en medio de Manhattan. Un crimen trae de cabeza a sus investigadores. Una mujer ha aparecido bocabajo dentro de una bañera llena de un compuesto químico que ha borrado sus huellas y su rostro. Le han extraído los dientes. Es imposible saber quién es. ¿Estamos ante el crimen perfecto?
Ella está en el cuarto de baño, desnuda, con el cuello rajado, flotando boca abajo dentro de una bañera llena de ácido sulfúrico, el ingrediente activo de un producto para desatascar desagües que puede adquirirse en cualquier supermercado.
Hay docenas de botellas del producto —DrainBomb, se llama— desperdigadas por el suelo, ya vacías. Sin que nadie se fije en mí, empiezo a abrirme paso entre ellas con sumo cuidado. Todas llevan aún la etiqueta del precio, y observo que quien ha matado a esa mujer las compró en veinte tiendas diferentes con el fin de no despertar sospechas. Siempre he dicho que resulta difícil no admirar una buena planificación.
Por otro lado, un chiquillo de apenas catorce años contempla como su padre es ajusticiado en una plaza pública. Eso supone un antes y un después en su vida, y determinará no solo su destino si no el de cientos de millones de personas.
Y luego está el hombre de los mil nombres, un joven reclutado por los servicios secretos de su país tras el 11S decide abandonar ese estilo de vida, e intenta borrar su pasado para poder vivir su presente.
Le disparé. Maté de un tiro al Tiburón de los Mares en mitad de la Plaza Roja, mientras soplaba un viento despiadado procedente de las estepas, un viento cálido que traía consigo el olor de Asia y el hedor de la traición. No sé si es algo de lo que deba sentirme orgulloso, pero, aunque era joven e inexperto, maté a mi jefe igual que un profesional.
Sin embargo, los caminos de estos dos personajes se cruzaran inevitablemente. Tienes fines distintos pero un destino en común. Está en juego la mayor catástrofe, una guerra bacteriológica está a punto de comenzar.
Como podéis ver la trama tiene diversos hilos que confluyen para acabar desarrollando una única historia. Cada personaje juega un papel fundamental, y el autor se encargar de darles vida mostrando hasta donde son capaces de llegar por sus convicciones y cómo llegaron a ser las personas que son.
De una manera muy interesante conocemos el pasado, intercalando capítulos de uno y otro protagonista, poniendo el énfasis en aquello que provocó que llegaran a ser lo que son, haciéndonos entender que más allá de la locura hay algo de cordura.
El texto intercala perfectamente acción y reflexión, con un ritmo ágil nos conduce a través de una historia cargada de suspense y aventuras, que recuerda a las viejas novelas de espías donde las decisiones del agente marcaban la diferencia. Aquí no hay historia de amor metida de refilón para dar un punto diferente a la trama, no, aquí hay un maravilloso thriller que no ha dejado de sorprenderme. Y el final es un buen cierre, sin interrogantes que queden sin ser contestados.
Se trata de una narración muy viva, que te convierte en compañero de fatigas de todos sus protagonistas. Es una novela intensa, que no da respiro, capaz de hacerte olvidar que es hora de que cierres el libro ya que debes descansar. Explosiva y adictiva, a partes iguales.
Una novela muy pero que muy recomendable, que a pesar de su extensión se hace corta.
VALORACIÓN: 5/5
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