No te cortes
Aurora Nieva y Aurelio Torrecilla
TarQus Editorial
Por Adolfo Marchena
No te cortes nos invita a detenernos en dos pilares de las bellas artes: la imagen y la palabra. De la palabra se encarga Aurora Nieva quien, desde su poesía, nos incita a viajar a través del amor, la vejez, la nostalgia o la percepción del paso del tiempo. Y, al igual que le sucediera a Benedetti, Aurora busca o necesita desentrañar el misterio de lo cotidiano. Para ello utiliza un lenguaje coloquial, lo que no resta elegancia a su obra. En este sentido, la autora busca comunicar al lector sus experiencias y sentimientos. También existen elementos narrativos en el estilo de Aurora Nieva, como sucede con el poema Me inventaré el final o Esta debe ser mi calle, donde nos dice: Las escaleras de madera, / el colchón de lana / la cocina de carbón / el cocido hirviendo toda la mañana, / no puedo ver nada. Un estilo, además, de carácter directo y comprensible.
Dividido en cuatro secciones, No te cortes -la más extensa- abre el libro con el poema homónimo donde: La vida nos obsequia con días canallas, / jodidamente canallas, / de esos… más de los que nos merecemos. A pesar de todo, los versos finales nos advierten que el día venidero puede resultar maravilloso. La realidad y la esperanza en un tono que se acerca al realismo crítico, en el que hay verdad e infortunio, como en la poesía de Ángel González. Las otras tres secciones que componen el presente texto, llevan por título: Accede al milagro, Respeta el cosmos y Sentencia al opresor.
Como he indicado, el libro tiene un componente visual muy importante, que se traduce en las fotografías que acompañan cada poema y la contraportada donde, a modo de colofón, figura un cuadro (acrílico sobre lienzo) del pintor Michel Martínez Vela. Las fotografías, incluyendo la portada, son obra de Aurelio Torrecilla y captan la vida y la naturaleza de la ciudad y parte del entorno. En palabras de Marcelo Saffores, autor del prólogo: No te cortes es un juego de palabras en el que queda reflejado el espíritu tenaz y valiente de la autora. Además de un juego de palabras, me recuerda aquella jerga, argot o frases hechas que empleábamos en la década de los ochenta, tales como dar un voltio, risas mil, tener potra o mola mazo. No te cortes también significa atrévete o hazlo. Aurora Nieva nos apremia continuamente a vivir, también a través del hecho creativo. Así, en el poema La otra orilla, nos dice: Abraza la vida y sigue escribiendo / entre la sonrisa y la lágrima. La autora es consciente de la dificultad que entraña, en ocasiones, seguir adelante. Como escribe en el poema Alzheimer, Aurora ha sido capaz de descubrir la cicatriz del fracaso humano. La vida no es sencilla, no cabe duda y muchas veces nos toca navegar contracorriente o a la contra, que diría Bukowski. Consciente de todo ello, Aurora Nieva se pregunta, en el poema Folio: ¿Cómo aprender a vivir / frente a la oscura realidad de la verdad?
La nostalgia y el pasado son temas recurrentes en la poesía –y el tono- de Aurora Nieva. Así en el poema Palabras nos dice: Palabras que en vía muerta, / visualizan el tren que pasó con billete de ida / y se perdió en la opacidad del pasado. En este mismo poema se nos habla, también, del patio del colegio, los juegos y las risas en el recreo. Serena y profunda nostalgia, como en el poema Los mayores siempre serán los otros, que comienza: El pasado caminaba de mi mano, / en un descuido continúo sin mí. Y en el poema Rescato el pasado, leemos: La noche lentamente va rescatando el pasado, / nos despoja de los harapos que cegaron nuestros ojos / y deja al descubierto dolorosas cicatrices. La ciudad cobra también su importancia. Porque la urbe, para Aurora Nieva es colchón y cauce o esa terraza desde la que recibir al nuevo amanecer. La ciudad cabalga en la poesía de una poeta que se adentra en sus calles y las plazas, en esos paseos diarios y cotidianos. La ciudad y sus delirios, la ciudad y sus afueras y esos lugares que fueron y estuvieron. Hay algo más que nostalgia en el poema Esta debe ser mi calle. Algo tan profundo como la pérdida de la niñez que, en realidad es un tránsito. No somos conscientes, salvo cuando ha transcurrido el tiempo. Así, en este poema nos dice: Mi caballo blanco no tiene patas / mis zapatos de charol ya no andan / nadie me mira, nadie me habla. Un poema que, sin duda, nos traslada a esa niñez que, ahora, contemplamos desde muy lejos, con el riesgo de deformar lo que realmente aconteció. Porque la memoria es así, selectiva y capaz de alterar o deformar la realidad.
El amor, el hecho creativo y la naturaleza, se hacen presentes en No te cortes a lo largo de varios poemas. Hay algo que no quiero omitir ni dejar de mencionar: la vida y la muerte, a las que Aurora mira cara a cara. Encontramos esta dicotomía en el poema Sólo espero que me encuentres donde la autora, que no sabe si avanzar, descalzarse o esperar, escribe: Caminaremos / por la senda de la vida / retozando surcos de la muerte. No obstante, al amor, como dice Marcelo Saffores en el prólogo: …le habla en primera persona. Lo mira a los ojos y lo desafía constantemente. Respecto a la naturaleza, parte muy importante en la vida y obra de la autora, podemos verlo reflejado en poemas como Salburua, Desgarro en el Parque del Gorbea o Mi hogar en el camino, donde el poema concluye con los versos: No hago preguntas / de antemano sé las respuestas.
El libro concluye con el apartado o la sección que lleva por título Sentencia al opresor. Aurora ya nos advierte con dicho título cuáles son sus intenciones. Poemas que son un alegato contra la violencia, incluidas las guerras o el maltrato. Poemas donde los mendigos ocupan un lugar, tal como sucede con el poema Cómo te llamas y donde podemos leer: Parece una gran persona / podría ser mi padre. Viendo la fotografía que acompaña estos versos (unas manos reales) uno se pregunta qué quiere o a qué alude Aurora cuando nos dice que podría ser su padre. Y esto es, precisamente, lo que hace más atractiva la poesía de esta autora; esas incógnitas que nos va dejando, como piedras de Pulgarcito, a lo largo de las páginas y la extensión de la obra. Poemas, para finalizar, que reivindican la cordura, la igualdad o ese homenaje que rinde a su abuelo, del que conserva un par de cosas y al que no llegó a conocer. Aurora Nieva se afianza, con este, su tercer libro, en un lugar donde la poesía habita. No te cortes es, en definitiva, la palabra y la imagen que comulgan con una ciudad propia y las afueras.
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