Por Adolfo Marchena
Neal Cassady fue, posiblemente, la persona que más libros e historias inspiró y protagonizó en la literatura universal del S. XX. En la novela Go (1952), Jhon Clellon Holmes, conocido como el “beat tranquilo”, recoge las peripecias de Cassady, Kerouac y Ginsberg en la Nueva York de finales de los 40, del siglo pasado. Go está considerada el punto de partida de la llamada Generación Beat. Su infancia transcurrió en Denver, entre delincuentes, borrachos y mendigos. Neal era muy parecido a ese personaje interpretado por Marlon Brando en Salvaje, el genuino hipster de los años 40. Era sin duda un tipo que había conocido los mundos marginales de Norteamérica, dijo Robert Stone, autor de las memorias Recordando los sesenta (Libros del silencio).
Su vida fue un incesante viaje en coche y trenes por todo el país. Convertido en delincuente juvenil, se especializó en el robo de coches (a los 21 años presumía de haber robado más de quinientos). Trabajé por primera vez como repartidor de moto. Conocí a un tipo llamado Ben con él solía robar lo que veíamos mientras navegábamos, al amanecer, en su Buick del 27. Una de las cosas que hicimos fue estrellar el coche del director del instituto. Otra fue desguazar coches y vender las piezas, escribió Cassady en la novela póstuma El primer tercio. Pasó un año en un correccional y a los veinte se casó y se fue a Nueva York, donde conoció a quienes fueron sus mentores: Jack Kerouac, Allen Ginsberg y Gregory Corso. A partir de entonces, su manera de vivir e interpretar la vida, le convertiría en un icono de la Generación Beat de 1950 y del movimiento psicodélico de 1960; las carreteras, las drogas, la escritura espontánea y la vida nómada, fueron algunas de sus premisas.
En una de sus etapas entre rejas, Cassady comenzó a escribir sus extensas cartas, de prosa rápida y agresiva. En 1950, escribió una carta de dieciocho folios a Jack Kerouac. En ella, un Cassady totalmente pasado de anfetaminas, describía su vida en Denver, la ciudad de su infancia. Considerada por Kerouac como “el mejor escrito de los Estados Unidos del siglo XX”, nos dice: He sostenido siempre que cuando escribes tienes que olvidar todas las normas, el estilo literario y demás presunciones como palabras importantes, oraciones arrogantes y frases por el estilo; es decir, saborear las palabras como el vino y, adecuadas o no, escribirlas por lo bien que suenan. (…) El arte es bueno cuando nace de la necesidad. Tal origen es la garantía de su valor; no hay otro. Algunos estudiosos opinan que dichas cartas ayudaron a Kerouac a encontrar el tono de su obra cumbre, En el camino, con su inconfundible estilo bop, por el cual Kerouac fue considerado el “heredero de Charlie Parker”. En dicha novela, el héroe de todos los beatniks, no es otro que Neal Cassady, reflejado en el personaje de Dean Moriarty. Además, para Kerouac, también fue el Cody Pomeray en novelas como Visiones de Cody o Los vagabundos del Dharma. Con Allen Ginsberg y su Aullido sucede lo mismo. Aunque la relación entre ambos (Cassady/Ginsberg) fue menos natural e intensa que con Kerouac, el propio Ginsberg le definiría como el “héroe secreto” de su poema. Allen Ginsberg, quien le dedicó gran parte de su obra, escribió un extenso poema que comienza así: Está bien, Neal / Espíritu etéreo / Brillante como el aire que se mueve / Azul como el amanecer en la ciudad / feliz como la luz liberada del Día / sobre los nuevos edificios de la metrópoli (traducción de Odeen Rocha para Barbas Poéticas).
En la novela de Tom Wolfe, Ponche de ácido lisérgico, Cassady ejerce de chófer conduciendo un autobús pintado de colores fluorescentes al que llamaron Furthur. Junto a Ken Kessey y un grupo de amigos, los “merry pranksters” (los alegres bromistas) recorrerán el país de costa a costa en un mítico viaje donde experimentaron con el ácido, uno de los hitos que dieron forma al movimiento hippie, la psicodelia y la contracultura de los años sesenta del siglo pasado. También hace una aparición en el libro de Hunter S. Thompson, Los Ángeles del infierno: Una extraña y terrible saga. Aunque su nombre fue eliminado ante la insistencia del editor, la descripción refleja claramente a Neal Cassady. Creador del periodismo gonzo, una de las características de Thompson será la constante recurrencia al tema de las drogas y el alcohol como sustancias inspiradoras de la creación artística, algo ya avalado en su día por los beatniks y la contracultura, cuyo icono fue, sin duda, Neal Cassady. Bukowski, que nunca sintió mucha afinidad con los Beat, escribió en una de sus columnas: Conocí a Neal C el chico de Kerouac, poco antes de que bajase a tenderse junto a aquella vía de ferrocarril mexicana para morir. Los ojos se clavaban en ti como palillos de dientes y Neal con la cabeza junto al altavoz, se movía, saltaba, miraba insinuante, con su camiseta blanca de manga corta y cantaba como un cuco al compás de la música, precediéndola justo un pelo, como si fuese él quien dirigiera el espectáculo. (Escritos de un viejo indecente). Neal aparece, también, como personaje de cómic, bajo el aspecto de una hiena, en la obra de Juanjo Guarnildo y Juan Díaz Canales, Amarillo, de la serie BlackSad.
En febrero de 1968 su cadáver apareció junto a la vía del tren de la ciudad de San Miguel de Allende, México. Una tierra, y más en concreto Ciudad de México, donde varios escritores de la Generación Beat vivieron, caminaron, alucinaron, amaron y murieron. Cassady también inspiró canciones en los Grateful Dead, los Doobie Brothers o en Tom Waits. En el comienzo de la novela En el camino, Kerouac escribe: Con la aparición de Dean Moriarty comenzó la parte de mi vida que podría llamarse mi vida en la carretera. ¿Quién fue en realidad este personaje de ficción? El huérfano, el arquetipo beatnik, el vago infatigable, el ladrón de autos, el ex presidiario, el esposo conflictivo o el amante múltiple. Lo único cierto es que su cuerpo fue encontrado rumbo a Celaya. Los lugareños dicen que había estado en una boda y que bebió demasiado, bailó y luego se perdió en la oscuridad. Tenía 41 años cuando lo encontraron juento a las vías y como legado dejó algunos misterios, como el que dice que antes de su muerte contaba los durmientes de la vía.
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