Por Adolfo Marchena
Si buscamos en el diccionario el significado de la palabra librería, encontraremos como definición: Tienda donde se venden libros o tienda de libros. Pero hay algo que trasciende más allá de esos espacios repletos de estanterías y mesas donde los títulos se acomodan. Una librería es, además, un punto de encuentro, un destino, un templo de conocimiento. Una librería es un lugar que entremezcla el negocio con la presentación de libros, las lecturas conjuntas y otros muchos eventos. Jacques Benigne Bossuete dijo: En Egipto, a las bibliotecas se las llamaba el tesoro de los remedios del alma. En efecto, curábase en ellas de la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades y el origen de todas las demás. Al respecto, las librerías no dejan de ser pequeñas –o grandes- bibliotecas.
Aunque no fue el primer lugar donde se vendieron manuscritos, se puede afirmar que la más antigua de todas es la librería Bertrand, de Lisboa, aún en funcionamiento. Actualmente ubicada en la Rua Garrett, muy cerca de la famosa cafetería A Brasileira, que frecuentaba en su día el poeta Fernando Pessoa. Su historia se remonta a 1732, cuando el francés Pedro Fauré y sus yernos, los hermanos Bertrand, pusieron la primera piedra en la calle Direita de Loreto. Tras el terremoto de 1755, la librería se trasladó a la sede actual. En lo que respecta a España, la librería más antigua data de 1850. Se trata de Hijos de Santiago Rodríguez y se encuentra en Burgos. Lo curioso de esta librería, que lleva en funcionamiento 171 años, es que siempre ha pertenecido a una misma familia.
Lectores, escritores, curiosos, no dejan de entrar en busca de un libro o charlar con el librero. Aunque, cada vez con menor frecuencia, debido al avance de las edades de esta era tecnológica e inevitablemente, la pandemia que nos afecta. Virginia Woolf afirmó: Saqueo las bibliotecas públicas y las encuentro llenas de tesoros hundidos. Cabe citar otros establecimientos emblemáticos como Livraria ler Devagar, en Lisboa. Ler devagar es una expresión portuguesa que significa: lee despacio. Se sitúa en una antigua imprenta dentro del mercado LX Factory, uno de los rincones más hipster y alternativos de Lisboa. En su interior podemos ver la llamada Musa de Pessoa. Se trata de una escultura hecha a partir de una bicicleta que cuelga del techo. Barter Books, en Alnwick es una de las librerías más originales del Reino Unido y del mundo. Se encuentra en una estación de tren victoriana en Alnwick, un pueblecito de Inglaterra. Construida en 1887, en 1991 se convirtió en una de las librerías de segunda mano más grandes de Europa. El Ateneo Grand Splendid, de Buenos Aires, probablemente es la única librería del mundo situada en el interior de un teatro. En el escenario tienen cabida un restaurante y un piano que, en algunos momentos, sirve para acompañar con música la lectura. La Librairie des Colonnes en Tánger, es una librería con mucha historia, por donde han pasado grande escritores como Beckett, Marguerite Yourcenar, Paul Bowles o Truman Capote. A pesar de no ser una gran librería se convirtió en un foco cultural para la ciudad. Se podrían mencionar muchas más, como la librería Acqua Alta, en Venecia (Italia); Cook and Book, en Bruselas (Bélgica); Atlantis Books, en Santorini (Grecia) o la librería El Péndulo, en Ciudad de México (México).
Borges dijo: De existir el paraíso tendría forma de biblioteca. Muy cerca de la catedral de Notre Dame y de la plaza de Saint Michel, en el número 37 de la rue de la Bûcherie, se encuentra la librería Shakespeare and Company, considerada por muchos como una de las librerías más bonitas del mundo. Fue Sylvia Beach quien la inauguró –entonces en la calle L’Odeon- y la regentó entre 1919 y 1941. Especializada en literatura anglosajona a ella acudieron escritores de la llamada Generación Perdida como F. Scott Fitzgerald, James Joyce o Ernest Hemingway. A pesar de que el libro fue prohibido en Estados Unidos e Inglaterra, Sylvia Beach no dudó en publicar Ulises, de James Joyce. La primera sede tuvo que cerrarse en diciembre de 1941, debido a la ocupación de Francia durante la II Guerra Mundial. Al cabo de una década, el americano George Whitman, apodado el Quijote del Barrio Latino, abrió una precaria biblioteca de intercambio en su cuarto del hotel Suez, cerca de la Sorbona; luego un pequeño quiosco y por fin, una librería llamada Mistral, en homenaje a la poeta chilena Gabriela Mistral. Aunque Whitman intentó negociar con Sylvia no llegaron a ningún acuerdo. Sin embargo, tras su muerte, Sylvia le cedió el nombre de Shakespeare and Company. En la actualidad está dirigida por la hija de Whitman que, además, se llama Sylvia en honor a Sylvia Beach. En estos momentos, debido a las restricciones, la librería vive horas confusas. Ante la situación han pedido, vía Email, ayuda a sus clientes.
La función del librero es primordial para gestionar una librería, no sólo las ventas. En este sentido cobra gran importancia la figura de James Lackington. Fue un humilde zapatero inglés, nacido en 1746, quien llegó a regentar la librería más grande de todo el siglo XVIII, gracias a la aplicación de nuevas ideas y técnicas comerciales. Creó la primera librería moderna que se conoce: El templo de las Musas, que llegó a tener un inventario de más de 500.000 volúmenes. Otro de sus intereses fue convertirse en editor. De hecho, en 1818 lanzó una tirada muy pequeña de un librito en el que poca gente confiaba, de una tal Mary Shelley. La novela en cuestión era Frankenstein o el moderno Prometeo.
Se han escrito numerosos libros donde las librerías juegan un papel primordial, como: La librera, de Penélope Fitzgerald, llevada al cine por Isabel Coixet; 84, Charing Cross Road, de Helene Hanff; Una lectora nada común, de Alan Bennet; El librero, de Road Dahl; La buena novela, de Laurence Cossé o Los sucesos de la noche, de David B. Uruñuela es un pueblo medieval cercano a Valladolid, que presume de tener una docena de librerías contando, tan sólo, con 189 habitantes. El futuro de las librerías depende ahora, más que nunca, de la voluntad de todos: lectores, escritores, libreros, editores, distribuidores, etc. Ante la implantación de los libros electrónicos y el surgimiento de plataformas de venta online, la competencia es mucho mayor. Y, en cierto modo, desigual. Por cuanto la sociedad exige, cada vez más, la inmediatez. Todo lo contrario a acudir a una librería, hablar con el librero, ojear títulos o presentar un libro. Como dijera Jerry Seinfeld: Una librería es una de las pocas evidencias que tenemos en la actualidad de que la gente sigue pensando.
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