Isabel Allende nos acerca con esta obra a los refugiados de la guerra civil española que llegaron a Chile en un barco carguero gestionado por Neruda, el Winnipeg. Lo primero que llama la atención es el título de la obra, que es un verso del poeta Pablo Neruda, en claro homenaje al autor. Además destaca ese homenaje en cada capítulo con una cita de alguno de sus versos.
A través de un estilo sencillo, sin perder el toque de novela de amor, nos presenta a unos protagonistas que se vieron obligados a vivir en el exilio que empezó al subirse a ese buque. Es interesante la capacidad de Allende para trasmitir la sensación de soledad y no pertenencia a ningún lugar que presentan algunos de sus personajes, que se sienten desamparados. Nos muestras sus necesidades en primera fila. Muestra el lado duro de la inmigración con esa sensación de desarraigo y exilio permanente.
Es un tema de actualidad, a pesar de estar ambientado en la década de los 30, porque la inmigración es algo que vivimos en la sociedad actual. Nos acerca a esas personas que dejan su tierra y tienen que emprender una vida nueva, sin saber muy bien que esperar de ella, personas que piensan en un futuro, sin apenas planes, porque están desorientados con su exilio.
Sus casi 500 páginas no disuaden de la lectura, sino que enganchan desde un primer momento, a través de la historia de la protagonista, la pianista Roser Bruguera que mira hacia delante a pesar de los recuerdos que deja atrás que contrasta con la de Víctor que se aferra a un pasado que no quiere olvidar. Un claro ejemplo de opuestos que se atraen, entremezclado con un tema actual como es la inmigración, que te introduce en la historia en cada una de sus líneas.
Celia López, colaboradora Revista Galeradas
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