«La prensa española ante la exhumación de los restos de Franco»

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«La prensa española ante la exhumación de los restos de Franco» por J.P. Sirés

Es indudable que no todas las acciones humanas tienen un propósito definido, muchas de ellas tienen lugar «porque sí». En la práctica totalidad de las profesiones u oficios eso ya es otro cantar; en general un profesional hace su trabajo porque tiene un objetivo claro, aunque no siempre es así. Como ejemplo basta pensar cuántas veces hemos dicho que «vamos a la oficina a pasar el rato, desayunar con los compañeros y hacer la quiniela» y no nos referimos a un gremio en concreto, aunque todos tengamos en la cabeza un grupo numerosísimo de trabajadores que incurren en esta forma de conducirse.

Es muy posible que muchos profesionales tengan como reto en su puesto de trabajo varios objetivos diferentes que alcanzar diariamente: de un banquero, la máxima prioridad es ganar dinero, pero no nos olvidemos que el verdadero motivo que subyace detrás de ese deseo, que es puramente circunstancial, es la de hacerse con una cuota de poder cada vez más amplia. El político —vocacional o no—, tiene como objetivo claro el formar parte de un ejecutivo, sea este cual fuere en muchas ocasiones y, en tal carácter, toca varias teclas del piano para conseguir uno de sus múltiples objetivos. La famosa frase «proteger y servir», que tiene como norte cualquier policía del mundo, no obedece a un único fin, ya que el día a día de esa como tantas profesiones les lleva por unos caminos que sorprenden minuto a minuto. Finalmente, nos encontramos con un oficio que sí conduce inexcusablemente a un único propósito, aunque la ortodoxia ingenua nos sugiera que su deseo es informar, opinar y, en muchos casos, imaginar: hablamos de los periodistas.

Si esto realmente fuera así, estos profesionales saltarían como un resorte eléctrico ante la noticia inesperada que surge casi continuamente. Las ondas se inundarían de una verborrea continua sobre esa misma noticia. La muerte de un personaje famoso, la lesión de un deportista de élite, la sorpresa de un político corrupto o la inesperada catástrofe natural.

Lo que nos deja estupefactos de que una noticia se haga viral (como está de moda etiquetarlas actualmente) en todos los medios a los que cualquier persona puede acceder en cualquier momento, es que esa noticia se conozca desde hace más de cuarenta años y haya periódicos que a día de hoy la titulen en sus editoriales como una «urgencia histórica».

¿Urgencia? ¿Urgencia para quién? Es grotesco decir que es un insulto al país de la reconciliación que en noviembre de 1975 se enterrara a Francisco Franco en el Valle de los Caídos. No entramos en el tema de fondo, pero lo que no se puede comprender es que se haga esta afirmación ya que en aquella fecha el país no estaba claramente reconciliado. Es más, se llega a afirmar en los medios de comunicación hablados y escritos del riesgo de involución, cuando esos mismos medios cuatro días antes y por otros motivos calificaban a nuestra «joven democracia» como una de las más maduras y avanzadas del mundo.

No hemos aprendido nada. Hoy todo parece exaltación y urgencia cuando lo que realmente se persigue es entretener al pueblo con un hecho que, fácilmente, podría haberse producido hace muchísimos años pero no interesaba abordarlo dado que, tanto la economía como otros muchos factores que convergían sobre la vida diaria de los españoles, nos llevaban a un sueño idílico donde no se necesitaba tratar noticias tan innecesarias como ésta. La prensa, entonces, estaría dedicando su oficio a lo que realmente importa. No hay nada peor para un país que el enroque en una crisis política porque la prensa atacará al animal más herido, como los tiburones tras husmear la sangre en las profundidades medias del mar. Pero estos animales lo hacen por puro instinto mientras que la prensa lo hace con una intención clara y definida que sí obedece a un único objetivo: el que le marca el poder al que está sometida. Nos es indiferente a estas alturas de la partida el destino final de los restos del dictador. No queremos emitir opinión porque no es este el foro para decantarse en una opción o la contraria; aquí se trata únicamente de dejar claro que hemos pasado más de cuatro décadas en las que la prensa pasaba de puntillas sobre esta situación y a día de hoy, ante los gravísimos problemas a los que España se enfrenta, toma la salida de una carrera de velocidad para emitir una opinión que prácticamente nadie discute y que a más de la mitad de la población española mayor no importa y a los menores de cuarenta años se la trae al pairo absolutamente. Sin embargo, las noticias sobre este asunto en negro sobre blanco y las interminables tertulias diarias en radio y televisión sobre este tema nos siguen aburriendo con un hecho que se podía haber dilucidado sin darle tanto pábulo en el cuarto poder.

Seguir hablando hasta la somnolencia más atroz de los escuchadores sobre la memoria histórica y el recuento de los muertos por las cunetas no es que sea grotesco, resulta un insulto para la inteligencia y los profundos sentimientos de muchos españoles. Exhumemos de una maldita vez los restos de Francisco Franco y enterrémoslos junto con todas las editoriales, opiniones, artículos y tertulias radiofónicas o de televisión, dejando en nuestra memoria todo esto como un simple recuerdo y que a partir de este momento la prensa se dedique a los problemas reales de este país que es lo que realmente necesitamos. Una prensa veraz, seria e investigadora, que nos documente día a día con un lenguaje claro y ágil sobre lo que realmente está pasando a nuestro alrededor, lo realmente interesa y afecta al pueblo en general, esa es necesariamente su función y olvidarse para siempre de mantener entre bastidores noticias repetitivas como esta que no aportan absolutamente nada y solamente sirven para desviar la atención del verdadero objetivo.

Ya es hora de que se nos trate como un pueblo adulto y se deje de intentar manipularnos. No lo debiéramos consentir. No podemos olvidar, es cierto, pero debemos pasar página y la prensa debe actuar en consecuencia y con valentía.

1 comentario

  1. Parece que pasar página es difícil para muchos, o quizá sea que cerrar este atroz capítulo no es de interés para algunos o sirve para distraer al populacho de temas actuales y preocupantes. Memoria histórica sí, pero con responsabilidad.

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