Por Leonardo J. Espinal
Es inconcebible explorar la literatura clásica sin mencionar la mitología griega, así como es imposible hablar de esta sin hacer mención del mismísimo Homero. Obras épicas de aventuras extraordinarias, criaturas mitológicas, dioses del Olimpo, y héroes de leyenda como La Ilíada y La Odisea han sido inmortalizadas a través de los siglos, sirviendo como fuentes predominantes de inspiración universal para un gran volumen de obras literarias. Sin embargo, el enfoque principal de este artículo será en un personaje ilustre de la literatura griega que definitivamente merece sentarse junto a Homero en las alturas del Monte Olimpo. Hesíodo (700 a. C.), conocido como el padre de la poesía griega didáctica, fue uno de los primeros poetas helenos en redactar obras de la épica griega, usando el hexámetro dactílico como línea métrica característica. Autor de LosTrabajos y los Días (828 hexámetros), una reflexión sobre el trabajo duro y la injusticia presente en las vidas de la comunidad campesina de Beocia, y Teogonía (aproximadamente mil versos hexámetros), un poema didáctico sobre el génesis y la genealogía de los dioses griegos, representando sus mitos como fenómenos naturales. Una obra que establecería el origen del cosmos (cosmogonía) y el surgimiento de los seres humanos (antropogonía) en la mitología griega a través del bien y la justicia; cualidades características de Zeus. El impacto cultural, artístico, y teológico de este poema fue verdaderamente transcendental, debido a que múltiples elementos creacionistas presentes en la Teogonía de Hesíodo se pueden ver reflejados en múltiples obras literarias a lo largo de la historia, incluso llegando a compartir ciertas similitudes con el “Libro de Génesis” del antiguo testamento.
La palabra “Teogonía” se refiere a la genealogía de los dioses, explicando el origen y la subsecuente descendencia de todas las deidades griegas. Basándose en tradiciones folclóricas existentes en la Antigua Grecia e implementándolas en su cultura con el uso del amorfo corpus, un sistema previamente utilizado en la implementación de las divinidades presentes en las obras Homéricas. Hesíodo narra el génesis del cosmos a partir del dios primordial, Caos, un ser inherente al universo, cuyos atributos hacen referencia a un vacío total y caótico del cual espontáneamente surgieron: Gea (la Tierra), Eros (deseo o amor sexual), y Tártaro (el inframundo). El poema luego abarca un gran número de hazañas y deidades, pero en esencia, relata cómo Cronos derrocó a Urano (el cielo) para permitir el nacimiento de los Titanes y convertirse en el gobernante supremo del cosmos, lo que eventualmente llevaría a una guerra por el control del universo entre los antiguos y los nuevos dioses, conocida como la Titanomaquia. Una guerra en la que Zeus, con la ayuda de sus hermanos, terminaría por establecerse como el rey supremo del cosmos después de derrotar a Cronos y sus Titanes. El gran logro de Hesíodo con este fantástico poema fue el hecho de sintetizar una extensa variedad de tradiciones presentes en su época, lo que permitió que muchos filósofos de la antigüedad introdujeran un orden racional y lógico en las creencias de la mitología griega, estableciéndola como la explicación canónica del origen del cosmos, de los dioses, y de los seres humanos en la Antigua Grecia.
A diferencia de Homero, que incorporó a los dioses en sus historias sin mencionar mucho sobre sus orígenes, Hesíodo provee un material didáctico e informativo que nos da un vasto entendimiento sobre el nacimiento de la mitología griega, por ende facilitando su implementación en la cultura universal. Es posible asumir que en la hipotética ausencia de la Teogonía, esta mitología no hubiese sido capaz de tener una influencia tan radical y duradera en la cultura occidental, ya que sin ella los relatos de su época carecerían de un orden lógico y entendible del cuál guiarse. Esta influencia puede verse plasmada en numerosas obras literarias distribuidas en diferentes puntos de la historia. Desde el renacimiento, con obras como Troilo y Crésida de William Shakespeare y La Divina comedia de Dante Alighieri, hasta tiempos modernos con Percy Jackson y el ladrón del rayo de Rick Riordan. Sin embargo, no es necesario explorar la literatura renacentista y moderna para encontrar ejemplos de la duradera influencia propiciada por la mitología griega. Con tan solo remontarnos a tiempos relativamente cercanos a los de Hesíodo, podemos encontrar una obra que contiene muchos elementos similares a los que él propuso en su obra creacionista. “Génesis” del antiguo testamento (600-500 a. C.), al igual que la Teogonía, presenta la historia de cómo el cosmos, la tierra, y la humanidad nacieron de un vacío total, caracterizado por un estado caótico del cual surgieron sus respectivas deidades; Dios y los múltiples dioses griegos. Ambos relatos hacen mención del cielo y la tierra, aunque en la Teogonía la tierra ya existía, y simbolizan una relación de amor-odio entre la humanidad y la naturaleza, ya que en ambas culturas esta terminaría representando su caída (el árbol del conocimiento y el fuego). Lamentablemente, también aluden a una percepción negativa de la mujer, debido a que en Génesis, Eva proviene de Adán, y ella comete el grave error de escuchar las tentaciones de la serpiente al comer la fruta del árbol del conocimiento. En la Teogonía, el hombre es creado antes que la mujer, y Pandora (la primera mujer mortal) es creada por Hefesto (dios del fuego y la forja) bajo órdenes de Zeus como parte de un castigo divino después de que Prometeo (el Titán amigo de los mortales) decidiera dotar a la humanidad con el don de hacer fuego.
Es gracias a obras como la Teogonía de Hesíodo que hoy en día poseemos un vasto conocimiento sobre los míticos orígenes de la mitología griega, ya que a diferencia de Homero, Hesíodo escribió sus obras con la intención de informar y sistematizar, no entretener. El impacto universal de esta obra fue tal que no solo termino por convertirse en el corpus fundacional de la cultura griega, sino que llegaría a influenciar las culturas y las artes occidentales e incluso se dignaría de compartir similitudes creacionistas con una de las obras literarias más influénciales conocidas por el hombre. Similitudes y contrastes que ilustran cómo las civilizaciones emergentes compartían nociones fundamentales sobre el creacionismo. Y si estas nociones comparativas meramente representan puntos de convergencia unidos por plena coincidencia, ya es un misterio que indudablemente permanecerá en los rincones más oscuros y recónditos de la antigüedad. Mientras tanto, lo único que podemos hacer es reconocer y estudiar el trabajo de Hesíodo, el creador de dioses.
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