¿Es inclusivo el lenguaje inclusivo?

Por Juan Alberto Campoy Cervera

Revista Literaria Galeradas. Dibujo hablar
Lenguaje inclusivo

¿Es inclusivo el lenguaje inclusivo?

 A través del llamado “lenguaje inclusivo” se pretende que las mujeres no se vean discriminadas en el lenguaje por el uso del género masculino genérico. Esto es, por el uso del género masculino para designar tanto a hombres como a mujeres. Un ejemplo: si la profesora pregunta: “¿cuantos alumnos han hecho los deberes?”, se sobreentiende que no está inquiriendo exclusivamente por el número de alumnos varones que los han hecho, sino por el número total de alumnos, incluyendo chicos y chicas, que los han hecho.

Al principio, esta reivindicación feminista me parecía razonable, ya que era previsible que el uso del género masculino genérico proviniera de la discriminación que históricamente han sufrido las mujeres. La “visión de la jugada” que yo me hacía era la siguiente: los hombres tienen su género gramatical (maestro, camarero, bailarín etc); las mujeres, el suyo (maestra, camarera, bailarina etc);  y, para referirnos a un conjunto de hombres y mujeres, el hombre hace valer su dominio e impone su propio género (maestros, camareros, bailarines etc).

No obstante, consideraba que el lenguaje es un producto cultural, decantado a lo largo de cientos y cientos de años, y en el que prima el principio de eficiencia, por lo que era de todo punto desaconsejable utilizar algunos de los engorrosos instrumentos propuestos para combatir la mencionada discriminación. Uno de ellos es el “desdoblamiento”, que implica utilizar dos  palabras, la de un género y la del otro, en lugar una sola, la del género masculino genérico (verbigracia, “diputados y diputadas” en lugar de “diputados”). 

Adicionalmente, consideraba que, a pesar de este supuesto origen “culpable” del género masculino genérico, era posible hacer abstracción del mismo y pensar que las mujeres eran unas privilegiadas por disponer de un género común a ambos sexos, y además de un género exclusivo para ellas, en tanto que los hombres nos teníamos que conformar con el género común. Creía que ésta era una “lectura posible” del asunto y que no había porqué amargarse pensando en sus oscuros y atávicos orígenes.

Esa había sido mi postura sobre la cuestión, hasta que un artículo de Alex Grijelmo me iluminó con un sorprendente hallazgo histórico: en la lengua indoeuropea (la madre del latín, y, por tanto, la abuela del español) existía un único género para todas las personas (hombres o mujeres) y, con el paso del tiempo, se creó el genero femenino debido a la “necesidad de nombrar a las mujeres ante el papel primordial que adquirieron en las familias”. Es decir, que mi suposición (y la absolutamente mayoritaria) sobre el origen discriminatorio, e impuesto, del género masculino genérico era errónea, y, por el contrario, mi conciliadora, aunque un tanto aventurada, hipótesis sobre la posición privilegiada de las mujeres se revelaba como cierta. Esto es, los hombres disponemos de un género que es el de todos, y las mujeres disponen de ese mismo y de uno específicamente suyo.

Creo que esta investigación del señor Grijelmo debería sosegar los ánimos y propiciar que las aguas de las disputas sobre el “lenguaje inclusivo” bajen un poco menos bravas. Sin embargo soy bastante escéptico sobre ello, por la misma razón que soy escéptico sobre la condición humana.

 

 Y no quiero terminar este artículo sin responder la pregunta planteada en el título: ¿es inclusivo el “lenguaje inclusivo”? Para dar una respuesta cabal, recurriré a la autoridad competente: la RAE. Veamos que dice ésta en su diccionario: 

“Inclusivo: Que incluye o tiene virtud y capacidad para incluir”.

“Incluir: Poner algo o a alguien dentro de una cosa o de un conjunto, o dentro de sus límites”.

Con estas dos definiciones, queda bastante claro el asunto: el “lenguaje inclusivo”, en lo que se refiere al “desdoblamiento”, no es inclusivo. Pero, por si cupiera alguna duda, acudiré a otro diccionario, al diccionario de sinónimos wordreference, donde figuran, como sinónimos de “incluir”: “abarcar”, “contener” y “englobar”.  Si yo dispongo, por una parte, de una sola palabra que abarca, contiene o engloba a  todos y cada uno de los objetos de un conjunto, y, por otra parte, multitud de palabras para referirse a cada uno de los mismos, ¿cómo hablaré de forma más inclusiva? ¿Qué es más inclusivo: hablar de los tres mosqueteros o hablar de Athos, Porthos y Aramis?

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