- Antología de poesía Viejoven (casting de poetas sin foto)
- Coordinan: Ana Patricia Moya y Manuel Guerrero Cabrera
- Versátiles Editorial
Por Adolfo Marchena
Se me antojaba necesaria una antología donde no apareciesen siempre las mismas plazas numeradas, en un garaje que cada diez años —pongamos el caso— sustituye el cartel de «se alquila» por el de «alquilado». Ana Patricia Moya y Manuel Guerrero se han encargado de coordinar una antología en la que participan veinte poetas. Sí, digo poetas; ellas y ellos. Sin que importe el orden (que es alfabético). Sin que moleste el lenguaje. Sin que nadie se rasgue las vestiduras. Aunque, como dijo Jules Renard: Nuestra crítica consiste en reprochar a los demás el no tener las cualidades que nosotros creemos tener. El lector o lectora se encontrará frente a una carretera que no figura en ningún plano, o tal vez debiera especificar GPS. En esta cartografía, como advierte en el prólogo Marisol Sánchez Gómez, los autores son escritores nacidos entre 1956 y 1985. Se trata, pues, de un amplio abanico de nombres escanciados a lo largo de casi tres décadas de historia. Si hacemos números comprobaremos que las edades de los autores oscilan entre los 36 y los 65 años. Algunos, comenzaron a escribir a máquina sus primeros textos y vivieron más de cerca la Guerra de Vietnam, el Movimiento por los Derechos Civiles en Estados unidos, el Festival de Woodstock o la llegada a la luna, que otros. A todos aquellos que pensaban amortizar la máquina de escribir electrónica, les sorprendió la salida al mercado de Windows 95.
Entre las diversas definiciones, encuentro que antología es una selección y recopilación de textos relacionados entre sí por algún rasgo (cronológico, temático, estilístico…), en prosa o verso, de un autor o de varios autores. Para llegar a conocer el rasgo que hace, de esta, una verdadera antología, tal vez debamos adentrarnos en otros aspectos —sutiles, en muchos casos—. Lo cierto es que, ni los datos históricos que he mencionado ni la cronología, son verdaderamente importantes en estas páginas. A mi entender, después de diseccionar el libro, poeta a poeta, encuentro elementos comunes en todos ellos, como puede ser cierto desencanto ante la vida y un preguntarse —lo he percibido en más de uno— a dónde nos conduce todo esto; la vida y la literatura. Suscribo las palabras de Marisol Sánchez Gómez al respecto, cuando afirma que: Los veinte poetas incluidos en esta antología comparten con casi todos nosotros una condición general de desubicación que surge del vivir en un mundo frágil en valores en el que predomina la culpa el miedo o la soledad. La poeta que abre la antología, Gema Albornoz, nos dice en sus dos últimos versos del poema Mundo de Circo: Escribo porque a este mundo de circo / lo contemplo con ojos de niño. En este sentido —en el que también encuentro nostalgia— existe una voz en casi todos los poetas que es la voz del niño o la niña que una vez fuimos. Así Jackie Rivero nos dice en La Constelación de Tauro: Prefiero seguir siendo la niña / que da puntadas a la aurora. Pese al aparente pesimismo de algunos poemas percibo esperanza, no exenta de ironía, y que da pie al segundo rasgo que se manifiesta en casi toda la poesía de este libro y que, como he dicho, resulta de la literatura. Así lo entiendo en el poema Arácnido, de Luis Amézaga, cuando escribe: La literatura no ayuda a vivir, ayuda si acaso a sortear la vida. Más que un verso, una máxima que ayuda a comprender el sentimiento de estos poetas. Y sí, continuó llamándolos poetas. A ellas y ellos.
Me perdonen los poetas —son veinte— que no citaré (a todos) por cuestión de espacio pero, sin duda, cada uno de ellos deja su aliento y su rescoldo en esta Antología. En la que, también, se habla de la muerte y de la vida, del tránsito del tiempo y su relatividad, del deseo a través de una fórmula matemática (Esther García) y también, no podía faltar, del destino. Hay esperanza, como he dicho, aunque cada vez nos cueste más creer en algo y queramos escapar de la casa (Ramón Bascuñana) y la hora se desangre en minutos (Almudena López Molina). Esperanza, como trasladan los dos versos finales del poema Desde el océano calmo tu frente, de Mercedes Márquez: Estos pájaros cantarán mañana / porque la vida siempre renace. Evidentemente, cada poeta carga con su estilo, algo que se percibe en los poemas de cada autor. Pero no chocan ni se repelen, al contrario, se conjuntan formando una maravillosa orquesta. Hay ritmo y musicalidad en estas páginas. Hay armonía y un Antipoema Navideño, escrito por Alfonso Vila Francés, donde dice: Nací / para escribir… que cierra la Antología y me hace sospechar, una vez más, que siempre seremos eternos aprendices o, como dijo Pessoa: No hay normas. Todos los hombres son excepcionales a una regla que no existe.
Dejar una contestacion