Animales en la literatura

Revista literaria Galeradas. Animales en la literatura

Revista literaria Galeradas. Animales en la literatura Por Adolfo Marchena

Desde el filósofo Sócrates, que compara la actividad propia de su filosofar con la del tábano, animal que usó en su discurso de apología, hasta nuestros días, la fauna ha ocupado un lugar muy importante en la literatura. Entre sus páginas desfila toda una zoología como caballos, gatos, perros o cuervos; así como animales fantásticos donde el dragón ocupa un espacio determinante. Así en el Cantar de los Nibelungos, dentro de la mitología germana, Sigfrido mata al dragón Fafnir y se hace inmune tras bañarse en su sangre. En La historia interminable, del escritor alemán Michael Ende, uno de los protagonistas es Fújur, un dragón blanco de la suerte, uno de los animales más raros de Fantasía. Y en El hobbit, de J.R.R. Tolkien el dragón Smaug, se apodera del tesoro de los enanos, expulsándolos del reino de Erebor. Los dragones son criaturas míticas que aparecen en diferentes culturas y periodos de tiempo. Antes del cristianismo los dragones fueron considerados tanto benéficos o protectores como dañinos o peligrosos. Maléfica, la villana de La Bella durmiente, creada por Disney, es una de las pocas dragonas hembra que conocemos. Aunque tiene forma humana puede convertirse, si se enoja, en un dragón feroz. Encontramos la figura del dragón en todas las culturas, desde la mitología china hasta la griega o la nórdica.

La fábula es una composición literaria narrativa breve donde los personajes principales suelen ser animales o cosas inanimadas que hablan y actúan como seres humanos. Demetrio de Falero publicó la primera colección de fábulas históricamente atestiguada. Conocidas son las Fábulas de Fedro, muchas de ellas inspiradas en Esopo. De este autor Fedro dijo que: Esopo, que creó la fábula, encontró el material, y yo lo he pulido en versos. Algunas de sus fábulas son: Un cazador y un perro, Demetrio y Menandro, La rana rota y el buey o La zorra y el cuervo. Por su parte, Esopo, quien escribió en prosa, cuenta con fábulas como La liebre y la tortuga, El pastor y el lobo, La cigarra y la hormiga o El lobo y el cordero. En la fábula, generalmente se plantea un problema o dilema moral que puede tener solución o no. Finalmente, esta termina con una enseñanza, moraleja o afabulación. Más cercano a nuestros días, encontramos las Fábulas de Jean de La Fontaine, que constituyen una de las cumbres del clasicismo y una obra maestra de la literatura francesa. La Fontaine reescribió algunas de las fábulas más conocidas escritas por el citado Esopo, como La cigarra y la hormiga. Son célebres en nuestro país las fábulas de Félix María Samaniego y las de Tomás de Iriarte, ambos, escritores enemistados. A pesar de que habían sido amigos durante muchos años, su enfrentamiento surgió a raíz de la publicación, en 1871, de una colección de fábulas por parte de Samaniego. Ambos reclamaron para sí el honor de haber sido los introductores de la fábula en España.

Al margen de la literatura fantástica y de las fábulas encontramos animales que han protagonizado obras como Idiota, el perro pastor alemán con el que John Fante escribió uno de sus mejores relatos, Mi perro idiota. Relato que encontramos en el libro Al oeste de Roma. La orgia & Mi perro idiota (Anagrama). Virginia Woolf escribió Flush (Austral), donde se narra el mundo a través de la mirada de otro perro; un cocker spaniel. Otro can famoso es El sabueso de los Baskerville, de Arthur Conan Doyle. En la novela, Sherlock Holmes y John Watson deberán investigar los sucesos relativos a un sabueso que no ha dejado de molestar a la familia Baskerville durante generaciones. No podemos olvidar Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll. En esta obra aparecen personajes como el Gato de Cheshire, que tiene la capacidad de aparecer o desaparecer las veces que quiera; así como el Conejo Blanco, que siempre está consultando la hora. Una de las frases más populares del Gato de Cheshire es: ¿Cómo huyes de lo que hay dentro de tu cabeza? Y, también, le dice a Alicia: Aquí estamos todos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca. En Rebelión en la granja, de George Orwell, se relata la sublevación de los animales de una granja contra sus dueños. Entre sus personajes encontramos varios cerdos, como el Viejo Major, el cerdo Napoleón o el cerdo Snowball, así como el caballo Bóxer, el burro Benjamín, la yegua Mollie o el cuervo Moses.

Un animal que da título a la obra del escritor Helman Melville es Mobi Dick, un gran cachalote blanco. Novela basada en la epopeya que padeció el ballenero Essex, cuando fue atacado por una ballena gigante en 1820. La historia llegó a oídos de Melville, quien se reunió con el capitán del Essex y así fue como se inspiró para escribir su historia. El título de la obra fue tomado del nombre de una ballena real: Mocha Dick. Era común entre los marineros dotar de nombre a las ballenas que avistaban. En nuestra literatura, Rocinante es el nombre del caballo de Don Quijote de la Mancha. “Cuatro días se le pasaron en imaginar qué nombre le pondría…y así después de muchos nombres que formó borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar Rocinante, nombre a su parecer alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo”. Así leemos en el libro escrito por Miguel de Cervantes, quien también comparó a su caballo –definiéndolo como la mejor montura- con los famosos Babieca del Cid y Bucéfalo de Alejandro Magno. Rocinante ha trascendido más allá de la literatura. Como anécdota –y son numerosas-, en 1960 John Steinbeck, acompañado por su perro Charley, recorrió más de 16.000 kilómetros a lo largo de treinta y cuatro estados a bordo de una autocaravana a la que llamó Rocinante. Si Rocinante es el caballo más popular, Platero es el burro más influyente de nuestras letras. Platero y yo, escrita por Juan Ramón Jiménez, recrea poéticamente la vida de este burro, inseparable amigo de niñez y juventud. Es muy célebre su primer párrafo: Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro… Se pueden citar muchos otros animales como: Baloo, el oso de El libro de la Selva de Rudyard Kipling; el zorro con el que se encuentra El Principito, obra de Antoine de Saint-Exupéry; Aslan; el majestuoso león de Las crónicas de Narnia o Juan Salvador, la gaviota más famosa de la literatura. Una fábula en forma de novela escrita por Richard Bach y que lleva por título Juan Salvador Gaviota. Un ave diferente, que no quería vivir como el resto y al que le gustaba practicar vuelos rasantes. Animales, en definitiva, que forman parte de la literatura. Necesarios y entrañables en algunos casos; temibles, en otros. Con sus particularidades, como Firmin, ese ratón de biblioteca que conquistó el corazón de muchos lectores, de la mano del escritor Sam Savage al que, en alguna ocasión, se le ha comparado con Mr. Bones, el perro protagonista de Tombuctú, novela de Paul Auster.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*