Por Carmen Lozano
Hace diez años me diagnosticaron una enfermedad con un nombre difícil de pronunciar «Sensibilidad Química Múltiple» tras 28 años de profesión (peluquera); de estar rodeada de química a no poder oler nada y nunca mejor dicho. El perfume me mata. Me condenaron a vivir encarcelada de por vida.
Durante año y medio, permanecí sentada frente a la ventana. Confinada. Soñando con pisar, un suelo firme bajo mis pies, en libertad… Comencé a hilar el silencio, el odio, la soledad… hasta el alma. Pero por mucho que tejiera, siempre eran los mismos movimientos de manos y las telarañas del cerebro hacían de las suyas…
Hasta que un día, levanté la vista y encontré un universo delante de mis propias narices. Ordenado por autores, historias, cuentos, poemas o relatos esperado pacientemente a ser devorados con la mirada, frente a la ventana. Primero uno, luego otro, más tarde otro y la libertad llegaba hasta el alma.
Aquella lectura confinada me ayudó a conocerme mejor, me salvó del asedio, me enseñó a que el amor que siento por la vida y la escritura, mana de la literatura. Hoy, tras llevar cuarenta y un días de confinamiento tras la crisis sanitaria por el Covid-19, solo puedo decirte a ti, que me estás leyendo en este instante, que te dejes atrapar por la magia de los libros. Porque gracias a ellos en estos días tan difíciles y oscuros; llenos de soledad, de llanto o con el vacío que te puede dejar un ser querido, te ayudarán a entender que la vida sin lectura no es vida, sino locura…
Gracias por ayudar a ayudar…
Me encanta Carmen, eres tan especial como tú escritura, gracias gracias por estar ahí por estar cerca de mí, por contagiarme tu alegría y tus ganas de vivir un abrazo fuerte