El temor que existe es real.
No podemos negar que la ansiedad y la tensión están a la orden del día. Sin embargo, en mi familia las declaraciones se mantienen muy halagüeñas. Mi madre, acérrima creyente de todas las paranoias mantiene un discurso cuanto menos alentador:
—¡Vamos a morir todos!
Mi padre, en la misma línea, hace una semana declaraba secamente:
—¡Si vuelvo a salir al balcón, es para tirarme! —pero ahí sigue, no ha faltado ningún día a su aplauso de las 20:00, sin indicios, todavía, que sugieran que quiera abandonar la plataforma de la terraza.
Mi hermano aunque más escueto en sus declaraciones prepara una selección de películas para mantener la moral de la familia bien arriba, entre los distintos títulos os dejo La habitación porque decidme, que mejor forma de abstraerse que con una película sobre el confinamiento. No hablemos de Contagio, para subir bien los ánimos, no hay nada como un film sobre una pandemia donde (¡alerta spoiler!) mueren todos. Sí, es probable que el discurso alarmista de mi madre comenzase a raíz de la visualización de esa película. Pero la actitud de mi familia siempre se mantiene bien optimista.
Hemos inaugurado los vermut de los viernes, ¿hemos sucumbido al alcoholismo?, nunca lo sabremos. Si bien y en la línea filmográfica de mi hermano, os recomiendo en este aspecto Rocketman, biografía de Elton John que no pasaba por sus mejores momentos de sobriedad.
Ampliamos nuestras amistades sociales, siempre sin salir de casa. Quiero decir que mejor momento, y siempre que tengas la calle de en frente lo suficientemente cerca como para no tener que usar un megáfono, para mejorar tus interacciones con el vecindario. Compartir recetas, hablar de la individualidad del horno para la calidad de los postres.
¿Podemos hablar de tráfico ilegal de postres? Todavía no, amigos, todavía no.
Que lo mismo hablan de postres que del gasto promedio que se realiza en un funeral. El dialogo de ayer resolvía los misterios en cuanto a coste y precio de la caja del ataúd y el transporte del mismo a diversas regiones de España. Como os estaba diciendo, que los ánimos no decaigan.
No lo puedo negar, la coronofobia, es real. Nosotros hemos decidido sacrificar solo a un miembro de la familia por el bien común. De manera que mi padre, asume la responsabilidad de las compras y el desecho de residuos. Sin embargo y cada vez que es otro miembro de la familia el que desempeña este papel, mi padre lleva al límite la distancia de seguridad, y se niega a compartir espacio en las distintas zonas comunes de la casa. Siempre nos habla con sumo amor y respeto:
—¡No os acerquéis! Que me contagias el “bicho” ese.
Nosotros le rebatimos con que:
—Para vector de contagio el tuyo.
Pero le cuesta entrar en razón.
Total y para concluir un poco este mes de cuarentena, os puedo decir que de aquí salimos con unos lazos familiares enormemente reforzados. Y que si engordamos un poquito no pasa nada, porque aunque no se haya rebatido todavía, es probable que en los próximos días la conversación sea algo parecida a lo siguiente:
—Oye pero si hay que comprar un ataúd mas grande porque hemos engordado, ¿eso, cuánto cuesta?
De manera que cuando esto ocurra, estaré encantada de compartir con vosotros la resolución a la que lleguen mis estimados vecinos.
Anexo: con respecto a la recopilación filmográfica del texto, y aunque parezca que se hace una mala crítica de las mismas, se encuentran entre mis recomendaciones para amenizar esta cuarentena.
Celia Llamas Lozano, colaboradora Galeradas
Me encanta cómo cuentas las cosas en tus relatos, haces de algo que se ha vuelto »cotidiano» algo ameno y muy divertido de leer. Te desmarcas de las típicas quejas que observamos hoy por hoy en las redes para buscarle siempre el lado positivo a las cosas. Felicidades 🙂 cuidaos mucho.
Celia, te ánimo a seguir escribiendo y sigas desarrollando el talento interior que llevas dentro. Muy bonito.
Que buena Celia 😀 no decepcionas con tus relatos. Gracias por sacarnos una sonrisa a todos en estos tiempos y compartir tus experiencias, crack! Sigue así!!!
Me encanta! Celia, te vas superando en cada relato. Este, ademas usando la ironía y con la dosis de humor que necesitamos cada día.
Felicidades Celia! 😍
Querida prima me han dicho en casa q escriba aquí un comentario de q me ha gustado mucho tu relato, aunque no sé por qué si no lo hemos leido ninguno, y asi me pagabas 5 euracos. Como pa no escribir…. O sea, q mi felicitación más interesada, digo, sincera. Ah! Decirte q mi profe q si se lo ha leído y es un reputado crítico literario me ha encargado q te escribiese ( por la «feis» el muy tacaño ) q le encanta leerte por tu estilo ágil de cronista audaz q envuelve y atrapa y del q le haces sentir participe arrancándole un rictus sonriente de complicidad.
Enhorabuena, prima
Que buena terapia. Seguro que te reíste escribiéndolo. La verdad que hablar de la muerte es un tema recurrente ya que la gente se enfrenta de forma distinta a una situación por la que todos pasaremos.
Adoro el sarcasmo optimista de tu familia y la manera en que lo plasmas. En tiempos de covid19 es necesario conocer la desesperación optimista de cada hogar para no sentirse el único loco😉
Tu crónica dibuja una clara línea entre la tragicomedia y el realismo sin llegar a la tragedia y al delirio, una temática que engancha y nos une más que nunca a todos.
La coronofobia coexistente con la falta de material sanitario es una realidad trascendental en el seno de las familias concienciadas y está muy bien plasmado en el relato, cosa que agradezco porque empatiza bastante. Y por último decir que leer la historia me hace recordar aquellas églogas de Garcilaso de la Vega pero con los matices propios y efusivos de Celia Llamas. Mis felicitaciones y abrazo virtual!
Gracias. Me has hecho sonreir. Que tal como está el patio, es mucho.