En estos días de incertidumbre, el miedo despierta el instinto de supervivencia del ser humano, sacando a la luz su más aberrante comportamiento.
No faltarán los ruines oportunistas, esos a los que no les importa mentir descaradamente sin pensar en el alcance de su desvergüenza. También nos encontraremos con los que no perderán la oportunidad de tapar sus vergüenzas aprovechando el desconcierto de la ciudadanía.
Debemos ser conscientes de que se vencerá al coronavirus, ébola o a cualquier enfermedad contagiosa que amenace al ser humano, siempre que cooperemos unidos junto a la solidaridad del “Todos dependemos de todos”.
Estas batallas no las ganaran las disputas políticas por una bandera u otra, ni por ninguna ideología. Solo el sentido común de los ciudadanos y su generosidad logrará vencer a este enemigo.
No podemos olvidar que no se trata de evitar tu entrada en mi casa, ni de que yo no entre en la tuya, sino de que yo no salgo de casa para protegerte. Se trata de no llenar mi despensa sin importarme dejarte a ti sin lo necesario para subsistir tu familia. Ha llegado el momento de comprender y concienciarnos de que nuestros actos repercuten en los demás.
Se me rompe el alma, con solo imaginar el dolor de aquellos que no tienen consuelo, al ver marchar en la más triste soledad a sus seres queridos.
Siempre recordaré un sabio dicho que acostumbraba a decir mi madre:
«Nos es de bien nacidos no ser agradecidos», y yo me emociono hasta las lágrimas al ver la hermosa y comprometida labor de la mayoría de las personas que nos rodean.
Es tiempo de unidad y gratitud, donde no cabe alejamiento ni egoísmo.
«Solidaridad y humanidad ante la soledad del aislamiento».
«GRACIAS INFINITAS A TODOS AQUELLOS QUE SU PRIORIDAD SON LOS DEMÁS»
Victoria Cuesta Prieto, escritora, colaboradora Revista Galeradas
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