El jardín de Sonoko es una historia de amor poco convencional. Una fábula moderna ambientada en un Japón mágico que nos enseña que hay seres abocados a estar juntos pase lo que pase,
Hoy tenemos la oportunidad de compartir con todos vosotros la entrevista que nos ha concedido su autor.
¿Qué hace que El jardín de Sonoko sea especial?
Por una parte somos nosotros, los lectores, quienes hacemos que una novela determinada sea especial, pero no es menos cierto que a los escritores y artistas en general nos corresponde realizar un maravilloso y complejo juego de magia en el que de la nada hacemos aparecer algo. En el caso de “Sonoko”, sabía que era especial a medida que la iba escribiendo porque no sabía qué era lo que iba a suceder más allá de la línea en la que me encontraba. Eso, se nota y creo que es algo que agradece tanto escritor como el lector.
¿Cuál es su esencia?
La esencia de El jardín de Sonoko es la magia de la que he hablado antes. Me considero una persona muy espiritual, lo que no necesariamente está ligado a una religión o un dogma, y entiendo que compartimos esta realidad con muchas otras realidades. Lo que llamamos destino, que es quizá la esencia de la novela y lo que mueve a los personajes, podría ser la concatenación de unos efectos cuyas causas no llegamos a vislumbrar pero que sin duda se dan en alguna parte.
Si tuvieras que presentársela a los lectores, ¿qué dirías?
Diría que se trata de una novela escrita desde el corazón. Hay mucha pasión depositada en “Sonoko”, y pienso que muchos de los lectores se pueden llegar a identificar con los protagonistas, pero también, con aquello que los mueve.
(Fotógrafa: Dolores Couceiro)
¿Cómo ha sido el proceso de escritura?
También he hablado un poco de ello más arriba. Yo soy un escritor de brújula y no de plano. No realizo esquemas ni tampoco hago tramas demasiado detalladas porque sé que siempre las modifico. Sí tengo una idea muy sutil de hacia dónde me gustaría llegar y cómo lo quiero narrar, pero en cierta manera es el protagonista quien me usa a mí para contar su historia personal. Por supuesto, ese método no es precisamente el más eficaz; son muchas las veces en las que debo desechar párrafos y hasta capítulos que me gustan, abandonar a un protagonista y guardarlo en un arcón de la memoria para ver si en otro momento me es posible escuchar su voz con la claridad suficiente. Eso sí, cuando sale bien, cuando consigo esa comunión perfecta entre la pluma y un personaje la historia se despliega por sí sola y surge esa magia de la que hablábamos antes.
¿Conoces a fondo la cultura japonesa? ¿has tenido oportunidad de viajar al país nipón?
Yo no sé lo que es conocer algo a fondo, accedo simplemente a la superficie de las cosas, los fondos son demasiado oscuros, demasiado turbios para mí. Pero sí, siempre fui un apasionado del el arte y la estética japonesa, de la delicada sencillez con la que realizan las cosas más complejas. El destino quiso después que mi vida se entrelazara con una persona a la que amo con locura y que es de Kioto, mi mujer. En esa ciudad me casé y fue también ahí donde viví un tiempo que considero esencialmente mágico. Los lugares que recreo en la novela existen y muchas de las sensaciones que experimenta Kaoru, el protagonista, son las mismas que llegué a sentir durante algún momento de mis estancias.
¿Qué significa para ti leer? ¿Y escribir?
Ambas acciones son necesidades vinculantes entre sí; leer y escribir son para mí cosas que simplemente no puedo ni tampoco quiero eludir. Toda persona que pretenda ser escritor necesita leer mucho; y yo intento hacerlo cada día, no ya únicamente para nutrirme sino para poder vivir sensaciones que la vida cotidiana no me aporta. La mente de alguien creativo necesita estímulos como la locomotora precisa de carbón, y la lectura, pero también los viajes y en general las experiencias capaces de sojuzgarnos, nos ayudan a canalizar la sensibilidad que todos llevamos en mayor o menor medida dentro de nosotros. Mentiría si dijera que disfruto siempre que me pongo a escribir; la mayor de las veces me parece un ejercicio doloroso y sufro lo indecible cada vez que no consigo que fluyan las palabras o cuando me doy cuenta de que un determinado personaje o capítulo con el que me había encaprichado no termina de “hablarme” con la rotundidad necesaria. La pregunta siguiente podría ser; ¿Y le compensa? ¿No sería mejor dedicarse a otra disciplina? Nunca. Porque además de vivir la mayor de las dichas cada vez que logro entrar en armonía y trasmitir exactamente aquello que quiero, sé que solo dejaré de escribir el día en que me muera, o en otras palabras, sé que moriré cuando deje de escribir.
¿Qué autores te inspiran?
La lista sería interminable, pero si hablamos de literatura japonesa puedo citar a Sōseki, Tanizaki o Kawabata, y obviamente también a Mishima o Murakami. Proust me parece sencillamente genial, al igual que Dostoievski, Tolstoi, Delibes o Twain.
¿Tienes algún nuevo proyecto en mente?
Sí, siempre. Tengo varias historias que contar, personajes que ahora mismo están pujando por dejarse oír, por abrirse camino desde mis entrañas para explicarme sus vivencias. Ellos necesitan deshacerse de algo y yo necesito apoderarme de ello, transmitirlo de la mejor manera posible para que otros puedan también participar del proceso mientras leen.
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