Después de unas semanas en las que solo se oían discursos políticos y opiniones sobre un bando u otro, solo escuchamos al silencio. Los telediarios se llenan con noticias que evaden hablar de la situación de stand by en la que se encuentra el país, mientras no sabemos si habrá gobierno definitivo.
El silencio es ese estado en el que no hay ningún ruido o no se oye ninguna voz y también la ausencia de noticias o palabras sobre un asunto. Por eso estamos en un momento de silencio político, que no sabemos cómo acabará.
En literatura el silencio se utiliza para no ser llenado, para crear en el lector esa sensación de abandono ante ciertos hechos o conductas de los personajes. El silencio no termina de ser cómodo ni en la ficción ni en la vida real, porque aunque aparentemente es calma, lleva consigo el desasosiego. Al igual que en música la nota de silencio marca un tempo que hace a la melodía singular, que nos prepara para su continuación y deja que nuestros sentidos se empapen de lo que hemos oído hasta el momento.
Del latín silentium, el silencio impone y en ocasiones se nos impone pidiendo respeto o tratando de acallar ciertas ideas, evitando que salgan de nuestra boca.
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