No hace mucho que fui invitado a la ceremonia de entrega de los Premios Arquero de Plata que anualmente convoca Editorial Adarve entre las obras que esta editorial española ha publicado a lo largo de un año y en diferentes géneros literarios. La Biblioteca Nicolás Salmerón de la capital madrileña estaba repleta de público que había asistido buscando cultura y espectáculo a partes iguales. Muchos de los asistentes, posiblemente la mayoría, eran acompañantes de los autores y autoras que habían sido convocados tras su nominación y procedían de lugares tan distantes como Canadá o Estados Unidos.
Editorial Adarve es una editorial española que apuesta como pocas por autores nuevos con obras de calidad a la altura de los lectores más exigentes. Una editorial cuyos libros buscan a esos lectores pioneros que encuentran joyas literarias lejos del «más de lo mismo» y de los autores de siempre, muchos de los cuales ya han contado todo lo que tenían que contar.
No voy a describirles el ambiente, ni a ser profuso en cuanto al atrezo, los nervios y la indumentaria de los nominados; para eso ya están otros cronistas que no ven más allá de un vestido de este o este otro modisto de moda (perdonen la redundancia y la ambigüedad). Solo voy a hablarles del entusiasmo con que estos premios son acogidos por autores que se encuentran iniciando su carrera de escritores o a medio camino entre el anonimato y ser conocidos por un grupo de lectores más extenso.
Los Premios de Julio Cortázar es una obra fabulosa cuya escena del embarque me recordó aquella noche de ilusiones. Porque lo importante no son los premios en sí mismos, lo fundamental es cómo estimulan el trabajo de nuevas plumas de nuestro panorama editorial; los herederos de nuestro acervo cultural inmediato, en ciernes de nuevos trabajos que rellenen los huecos que nuestros consagrados escritores de ahora dejen al pasar inevitable de los años, cuando ya se encuentren inmersos en su solaz y los reconocimientos que preceden a la muerte de personas notables.
Otros medios se hicieron eco de este evento de Editorial Adarve que cada año repite escenas de nervios y ambrosías. También otros autores han entendido el mensaje de que «no ha más sendero que el de trabajar y trabajar hasta conseguir el difícil objetivo de la consagración».
Hemos puesto como ejemplo de estímulo los Premios Arquero de Plata de Editorial Adarve, sobre los que se han vertido opiniones de lo más positivo (no siempre es así), pero hay más y de otras editoriales apuestan por el futuro. Todos ellos contribuyen a crear una cantera de escritores que no buscan «pelotazos editoriales» ni atajos, que no pretenden subir las escaleras de dos en dos peldaños sino construir libros poco a poco, borrando centenares de folios antes de dar con el arte final. Escritores que creen en la carrera como única posibilidad de llegar a alguna parte, aunque no sepamos muy bien a qué parte.
A todos los nominados, nuestra enhorabuena, a los premiados nuestro reconocimiento y a los que están por terminar sus obras y apostar por ellos mismos, nuestro ánimo más entusiasta. Cabría poner, por último, un cartel pegado a la luna de la puerta de nuestras bibliotecas que rece: «Necesitamos buenos escritores. Interesados trabajen duro y luchen por sus obras».
Mi opinión y las opiniones de los integrantes sobre Editorial Adarve es que hacen muy bien estimulando a los escritores nuevos. Es muy dura esta carrera y muy pocos son los que nos animan a seguir escribiendo sin saber dónde acabarán nuestras obras. En Editorial Adarve dan pruebas de su fe en lo que hacen y en los escritores a los que publican sus obras. Un autor de mi grupo ha publicado una obra en Adarve y está muy satisfecho.
También es nuestra opinión sobre Editorial Adarve. Muchas gracias por apoyar a nuevos autores, Editorial Adarve.