Todos hemos usado alguna vez en nuestra vida el adjetivo cauto para referirnos a una persona con la cualidad de cautela. Pero este término es un arma de doble filo, ya que tiene dos acepciones muy diferentes entre sí.
La primera se refiere al cuidado y reserva que tiene una persona al hablar o actuar para prevenir un daño o peligro. También el sigilo con el que procede una persona para evitar que sea advertida su presencia. Vemos que es un término con el que actuamos sobre los demás con buena fe.
Pero la segunda acepción, astucia o maña para engañar, va más allá de lo que la mayoría entendemos por cautela, ya que es de mala fe y busca sacar algo a cambio. No es lo contrario, pero podríamos decir que sus diferentes acepciones rozan lo opuesto.
Es curioso porque se utiliza a menudo en la prensa para caracterizar a ciertos personajes y su modo de actuar. Por ejemplo, con la situación que hay ahora mismo en Cataluña, ¿está ejerciendo Pedro Sánchez de su cautela? ¿En qué sentido? Estamos seguros que de una manera u otro todos acabamos con este término a nuestras espaldas, solo esperamos que predomine la primera acepción por el bien común.
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