«Mala racha» por Luis Folgado de Torres

revistas literarias. autores

A la década de los 80, tan prolífica en música de todos los géneros y tan rica en mutaciones sonoras de las que aún perduran algunos ecos, siguió la de los 90; según muchos «La peor de las décadas musicales que dio el siglo XX», posiblemente por no hablar de lo que llevamos de siglo XXI.

Pero ni la música de los 80 era tan buena ni la de los 90 sonaba tan mal; cosas de los afectos. Durante aquella «década prodigiosa» los españolitos nos las veíamos con la libertad y echábamos abajo siglos de coplas, cantes y bailes regionales. Frenéticos, lapidábamos a las folclóricas de película y corralón y nos hacíamos los libres con grupos tan dulzones como Mecano. Todos ellos eran conjuntos musicales pero la inmensa mayoría no eran conjuntos de músicos; más bien de adolescentes que aprendieron a trastear con guitarras, saxos y baterías. Había muchos, tantos que podíamos a elegir entre las piernas fascinantes de la vocalista de Aerolíneas Federales o el sonido fatuo de Golpes Bajos. Casi todos los que consiguieron grabar un disco eran buenos o mejor: resultó el milagro musical de unas notas que llegaban al alma hechas por músicos de medio pelo, salvando alguna excepción.

¿Y si estuviera sucediendo lo mismo con los libros?, y si el tan criticado «boom hispanoamericano» —que también llegaba al alma— hubiera dado paso a una eterna ataraxia literaria y ya no nos quedaran libros buenos con los que vivir tardes solaces. ¿Y si ahora resulta que estamos abocados a releer a Vargas Llosa, García Márquez o Julio Cortázar?

Para compensar esta falta de autores de verdad, ahora resulta que todos los “culturetas” juran por snoopy estar leyendo sin parar al genial Paul Auster, al mismísimo Carver y al Bukoswski más guarreras; justo cuando están a punto de pasar de moda. No cuela, debéis reconocer que estáis tan desesperados como nosotros y que dejaros caer en manos de estas plumas yanquis solo es un apaño, hasta que volvamos a dar con autores hispánicos que merezcan la pena y nos sepan sacar de este erial de letras, de esta sopa boba de letras.

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