GLORIA FUERTES, con toda sinceridad

Por Adolfo Marchena

Revista Literaria Galeradas. Obras incompletas
Obras incompletas

Con toda sinceridad. Así comienza Gloria Fuertes el prólogo de sus Obras incompletas, en edición de la autora. Nos indica que el primer poema autobiográfico que escribió y publicó, con diecisiete años, fue Isla ignorada. “Se ha visto a través de los siglos que toda obra literaria es en parte autobiográfica, sobre todo si el autor es poeta”. En sus poemas habla de sus estados anímicos, circunstancias exteriores, experiencias interiores, etc. El poema Nota autobiográfica comienza: “Gloria Fuertes nació en Madrid / a los dos días de edad”. Y así aconteció, de alguna manera. Nació en 1917, en el seno de una familia humilde. Su madre era costurera y su padre portero primero del Catastro. Entre los 2 y 14 años asiste a diversos colegios, entre ellos uno de monjas de la calle Mesón de Paredes. ”Me llevaron a un colegio muy triste donde una monja larga me tiraba pellizcos porque en las letanías me quedaba dormida”. Siendo muy joven ya supo que no quería ser modista, como su madre y se matriculó en Gramática y Literatura. Con esa edad, 14 años, escribe sus primeros versos.

En el prólogo mencionado también nos confiesa que se siente atraída por el lenguaje popular, por el saber popular. “De poetas y locos todos tenemos un poco”, dice transformando a su manera y reconociendo estar algo “cabra” en otro poema. No sabe si bueno, pero sí sincero y valiente. Se refiere al poema Cabra sola. Sus versos están llenos de frases hechas, proverbios, coloquialismos y juegos de palabras. Poseía un don literario y su palabra llegó a todo tipo de lectores, su emoción humanística. Espontánea, divertida, irónica, tierna, afectiva, surrealista, sencilla, solidaria y siempre comprometida, así era y se mostraba Gloria Fuertes.

Al hilo siempre del prólogo, recomendable leer, nos dice y escribe que tiene otro tipo de poemas donde nombra con pelos y señales a sus amigos y amores del momento. En este sentido tuvo como amigos a Jaime Gil de Biedma quien seleccionó sus versos en importantes colecciones compartiendo protagonismo con Gabriel Celaya (amigo suyo), José Agustín Goytisolo o José Hierro. Francisco Nieva (otro gran amigo) alabó su “invención de imágenes, de giros y sonoridades llenos de calidad y de sorpresa”. También recibió el apoyo de Caballero Bonald. El excéntrico Edmundo de Ory, poeta apasionado del que se dice que durante los años 50 frecuentaba prostitutas mientras flaneaba por las calles de Madrid, mantenía una relación, cuando menos platónica, con Gloria, a la que escribió numerosas cartas y poemas. “Gloria una tarde-tarde… / salí de Cádiz perdido / ¿Iba buscándote acaso / lleno de lirios?”. Cuando conoció a Edmundo de Ory en 1942 se integró en el movimiento denominado Postismo. Pero su gran amor fue la hispanista estadounidense Phyllis Turnbull, a quien conoció mediados los años 50 y 60, cuando decidió seguir formándose estudiando biblioteconomía e inglés. Su relación terminó en 1970. Un año después murió la norteamericana. Gloria quedó devastada. Ante la pérdida, plasmó en sus poemas todo su dolor.

En su obra lo más importante no es la literatura infantil, sino los poemas brillantes, profundos y cercanos. Gloria Fuertes es famosa y, sin embargo, muy desconocida. Moderna en una época en que las mujeres no tenían fácil el espacio en la vida pública española. Respecto a la literatura infantil, desde 1939 hasta 1953 trabajó como redactora de la revista Marinadas. Pero lo que la popularizó en 1970 fue su colaboración con el programa infantil de TVE Un globo, dos globos, tres globos y La cometa blanca que la convirtieron en la poeta de los niños.

En su prólogo nos confiesa, también: “Voy por los pueblos, aldeas y provincias de España…” “yo, humildemente, les llevo mi libro vivo, en mi voz, cascada rota, en mi cuerpo, cansado y ágil. Sé que mi poesía es oral, así lo entiendo y me entienden”. A este respecto, en 1950 organizó la primera Biblioteca Infantil ambulante por pequeños pueblos.

Fundó junto a Adelaida Las Santas y María Dolores de Pablos “Versos con faldas”. Para tener voz en una época donde se ignoraba que las mujeres fueran poetas. Salvo algunas excepciones sus compañeros literatos las consideraban menores. La tertulia se fundó un 5 de marzo de 1951 en el sótano de la Asociación Artístico Literaria del Teatro Gallegos. En la primera sesión inaugural participaron poetas como Eva Cervantes, Carmen Silveiro y Adelaida Las Santas. El diario Pueblo escribió: “Gloria, Adelaida y María Dolores han enfaldado la poesía”. ¿En qué sentido lo escribieron? Supongo que no, que ese enfaldarse, para la época, era poco digerible, tal vez demasiado atrevido.

En relación al proceso creativo, nos cuenta que: “Primero siento, después pienso, en ese sentir-pensar se engendra el poema y, veloz, se inicia el recorrido mágico: corazón-mente-dedos, y ante los dedos –muslos creadores- se produce el parto, el asombroso nacimiento del nuevo poema”. Su bibliografía es muy extensa y abarca libros de poesía como: Isla ignorada, Aconsejo beber hilo, Todo asusta o Poeta de guardia. Cuenta, además, con numerosa obra infantil, teatro o discos como La Gata Chundarata y el Pulpo mecanógrafo. En el extranjero Gloria es una poeta fundamental de la postguerra española. Son numerosos los estudios sobre su poesía social, su etapa de militancia en el postismo o sobre su especial estilo mezcla de lo real y lo ficticio, en su lenguaje coloquial y desenfadado. “Ella y Gabriela Mistral son las únicas mujeres incluidas en la antología Norton que agrupa  a cien poetas en lengua castellana”, afirma Paloma Porpetta.

Falleció en 1998, un 27 de noviembre. Enterrada en el cementerio Sur de Carabanchel. En su lápida está grabado:          GLORIA FUERTES

                                               Poeta de guardia (1917-1998)

                                               Ya creo que lo he dicho todo

                                               y que ya todo lo amé.

                                                           G.F.

Me quedo con su recuerdo, su imagen en 1950, montada en una Vespa, circulando por las calles de Madrid. La imagen reflejada en un espejo donde habita únicamente la sencillez, esa que requieren las cosas, la escritura, la vida, todo lo que acontece y lo que imaginamos.

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