¿Quién es Silvia Sancho?
Una autora en proceso de construcción.
Recientemente has publicado “La locura de saltar contigo”, ¿qué historia se esconde en su interior?
El tema principal de la historia de Natalie y Dani es cómo el amor puede romper murallas emocionales sin dejar escombros. La acción principal se enmarca en el Madrid más céntrico, el de la Gran Vía, Callao y el barrio de Chueca. Es una comedia ácida y deslenguada al comienzo y mucho más dulce según avanzan las tramas. El erotismo viene de la mano de la intimidad más que del sexo en sí mismo. La locura se plantea en forma de pregunta: ¿es un problema o un privilegio?
¿Cómo ha sido el proceso de creación del libro? ¿Cuándo surgió la idea?
La idea nació en el libro anterior de esta serie, “El verano que aprendimos a volar”. Natalie y Dani se conocieron en el camping donde se desarrolla la primera historia; ella era una secundaría y él, el amigo del protagonista. En principio, su encuentro no iba a tener mayor importancia, pero algo me hizo abrir un archivo aparte en el que escribí solo sus nombres. A ese documento le terminé dedicando once meses casi en exclusiva.
¿Te identificas con la protagonista?
Sí y no. Me identifico con la lealtad hacia los suyos, con parte de su locura, con su espíritu contestatario, pero soy muchísimo menos jefa que ella. También carezco de su inteligencia emocional, yo soy más kamikaze.
¿Alguna ex pareja tuya está en el protagonista masculino?
No por Dios (*escalofrío y risas).
¿Qué tiene de especial este libro?
Me gusta pensar que tiene muchas cosas: dos voces narrativas tan particulares que no ha sido necesario identificarlas con nombres al comienzo de los capítulos, rupturas de estructura con elementos ajenos al discurso, vanguardia en el lenguaje, pocos escenarios recurrentes, diálogos fluidos, escenas que rozan el surrealismo… Pero supongo que todo depende de quien lo lea.
¿Por qué elegiste este título y esta portada?
Utilizo el verbo “saltar” en la historia como metáfora de esas grandes decisiones que podemos llegar a tomar si contamos con la confianza suficiente. “La locura” debía aparecer, sí o sí, estando Natalie presente. En cuanto a la elección de la imagen… fue producto de un flechazo.
Esta no es tu primera novela. “El verano que aprendimos a volar” cosechó miy buenas críticas, ¿alguna anécdota que se te haya quedado grabada en la memoria?
Hay muchas, por suerte. La gente ha sido tremendamente generosa con esta historia, y conmigo. Por detallarte alguna, y sin desmerecer al resto, por supuesto, una lectora, a la que hoy puedo llamar amiga, me escribió para decirme que se iba a tatuar una frase del libro, “tú pides, yo vuelo”; me emocioné un montón, claro, pero me salió la vena madre y prácticamente le supliqué que se lo pensara, que eso era para toda la vida, que podía arrepentirse… No me hizo ningún caso. La lleva en el hombro, acompañada de unos pajaritos tan preciosos como ella.
¿Algún autor de cabecera?
Si tuviera que elegir uno solo ahora mismo, creo que sería Lucia Berlin. Con conseguir escribir una comparación como las suyas en toda mi carrera literaria, me daría por satisfecha.
¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto?
Estoy con varios. Una voz interior me dice que quien mucho abarca poco aprieta, pero intento llevarle la contraria. Pretendo cerrar 2018 con algo superchulo que tiene mucho que ver con la literatura romántica y poco, con la escritura. En 2019 espero seguir con ese proyecto, que salga redondo el que tenemos entre manos para el 8 de marzo y recaudemos mucho dinero para la mujeres que han tenido la desgracia de cruzarse con un maltratador, que la primavera me cumpla un sueño y, entre tanto, sacar tiempo para disfrutar del silencio de Poughkeepsie y de los secretos de Sintra. Siento hablar en clave, pero es todo lo que puedo decir sin liarla.
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