Entrevista a Duván Vargas Sánchez

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Entrevista al joven autor Duván Vargas Sánchez que acaba de publicar su novela «Contraproducente»

¿Qué te llevó a escribir «Contraproducente»?

En el momento en el que yo decidí sentarme a escribir mi primera novela, a mi corta edad de dieciséis años, llevaba en mi cerebro las melancólicas ideas de las realidades sociales que evidenciaba en mi contexto, en donde la indiferencia de las personas ante varias facetas era un agravante a esa sociedad que de hecho ya se encontraba degradada. De esta manera, analizaba cada uno de los problemas sociales con los que en la cotidianidad todos los colombianos nos correlacionamos, concluyendo que la necesidad de una educación profunda y anarquista iba a ser la metodología más crucial para que el paradisíaco país de Colombia, pueda trascender. Así las cosas, Contraproducente surge de la mayestática idea de reflejar naturalidades humanas como la homosexualidad, los problemas emocionales, las carencias afectivas, las enfermedades biológicas, el sentir que cada ser humano lleva en su corazón y que define la idiosincrasia de cada ser humano. Lo que me llevó a escribir Contraproducente fue la necesidad de dar un mensaje de esperanza a todas aquellas personas que a veces bajan sus brazos y dan la lucha de la vida como perdida; me pareció importante darles un mensaje de fortaleza, de toda la fuerza interior que los individuos llevamos dentro, con la cual podemos llegar a la cúspide del éxito.

¿Qué se esconde en su interior?

En el interior de Contraproducente se manejan subrepticiamente una serie de historias reales que viven muchas de las personas que se consideran “marginadas”, en donde se clarifican diferentes facetas de personalidad, pues todos los seres humanos llevamos dentro de cada uno de nosotros otros seres que conforman lo que en verdad somos; no somos las mismas personas felices, las mismas personas tristes, las mismas personas derrotadas, dolidas, maltratadas, orgullosas y demás, conforme vamos percibiendo el mundo, actuamos de determinadas maneras. Por ello, cada uno de los lectores que tengan la oportunidad de leer mi novela, pueden darse cuenta que todos tenemos una realidad particular, que la discriminación y segregación a la diferencia solo demuestra la ignorancia de una sociedad obsoleta; Contraproducente esconde en su interior una penumbra, en la cual existe un destello de luz que actúa como esperanza, en aras de salir del infierno y potenciar cada uno de las esencias de los seres humanos, pasando por umbrales sociales sórdidos que, lastimosamente hacen parte del realismo, pero que afortunadamente se puede cambiar con un coeficiente alto.

Por otro lado, en el interior del escritor Duván Vargas, se encuentra ese ser humano casto, como cualquier otro que posee una infinidad de temores frente al fracaso y la soledad, dándose cuenta día a día que hay que lanzarse a la osadía de vivir para lograr conseguir el éxito; en el interior de ese joven sonriente que se visualiza en diferentes medios, se encuentra un corazón soñador, que busca enormemente ser feliz y transformar el mundo de sus lectores y estudiantes, por medio de las letras, las historias, la literatura y la lengua española.

¿Cómo es tu estilo?

Mi estilo literario recoge dos movimientos importantes a lo largo de la historia: el realismo y naturalismo. A partir de los escritos que recreo, tanto como ensayista como novelista, siempre busco puntualizar en diversos hechos sociales que hacen parte de la cotidianidad humana, encaminándome en el sentir de los seres humanos y en su técnica de catarsis para superar varias de las dificultades que se presentan en el arte de vivir intensamente.

En la recreación de acontecimientos hago uso de diferentes recursos literarios, retóricos y estilísticos, con los que pueda perfilar mi escritura para llegar a cada uno de los corazones de mis lectores, generando cavilaciones profundas en ellos, en pro de establecer historias personales con las que se pueda escapar de la realidad en la que se vive.

¿A qué público dirías que va dirigido Contraproducente?

En el momento en que inicié con la planificación y la escritura de mi novela no tuve definido cuál sería el público al que enfocaría mis escritos; luego de pensarlo muy bien, establecí que por el enriquecimiento gramatical con el que siempre he buscado crear mis textos, los lectores de Contraproducente serían principalmente jóvenes y adultos que quisieran encontrar en sus lecturas, historias que demostraran cada uno de los ciclos que se tienen en la vida, en donde se incluyen las zonas más lúgubres de los seres humanos, en el ejercicio de vivir.

¿La ambición es siempre capaz de cegar a las personas?

En el primer capítulo de mi novela Contraproducente, el cual se titula La ambición del antídoto, decidí traslucir la ambición que muchos de los seres humanos llegamos a tener en algunos momentos de nuestras vidas, dejando de lado los valores y la ética que llevamos dentro; muchas de las circunstancias de la vida nos llevan a desear de manera exhaustiva aspectos banales o a veces necesarios, que pueden poner en riesgo otras áreas de nuestras vidas. No obstante, no creo que la ambición pueda cegar siempre a las personas, ya que varios seres humanos tienen establecida su idiosincrasia y a pesar de los lujos tanto materiales como posicionales, de ninguna manera arriesgan su vida ni la de otras personas por conseguir algo a como dé lugar. Por ello, mi consejo es siempre analizar cada una de las posibilidades que todas las personas tenemos, nunca tergiversando la importancia de ser y no de tener y, escribir para liberarse y ambicionar solo el utópico mundo de la imaginación.

¿Es más fácil tomar una mala decisión que una acertada?

Por lo general, en las diversas circunstancias de la vida, los seres humanos nos encontramos confrontados con nosotros mismos para tomar una decisión, es más común ver que se tomen decisiones malas, porque sí son más fáciles de tomar para conseguir resultados TEMPORALMENTE, que pueden perjudicar a otros, pero se puede conseguir lo que se tiene como cometido; sin embargo, una acción mala trae una consecuencia mala y viceversa con las acciones benévolas. Entonces, resulta ser paradójico e ilógico que se tome una mala decisión, sabiendo que se puede denigrar a los que nos rodean y terminar arrasando con nosotros mismos, porque en la mayoría de los casos, esas malas decisiones, aunque más fáciles de tomar, se convierten en una bola de hielo, que con el tiempo es difícil de desatar.

¿Estamos en una sociedad que carece de valores?

No podría generalizar que toda la sociedad carece de valores, pues en el diario vivir he tenido la oportunidad de encontrarme con personas que aún llevan en su ser y en su sentir, esa educación tradicional que se basa en la empatía y el respeto al que es ajeno a mí; sin embargo, me parece sumamente importante que desde los jardines infantiles, colegios y demás instituciones educativas, pero sobre todo en las familias, que son la primera institución de todo ser humano, se empiecen a fortalecer más esos valores que de pronto sí se han debilitado, propendiendo de esa manera también por el debido respeto a los derechos humanos, sobre todo en las nuevas generaciones que se ven abatidas por la era de la tecnología.

¿Qué es lo que hace a Contraproducente especial?

Lo que hace especial a todas las obras literarias, en sus diferentes enfoques, bien sea narrativo, lírico o dramático, es la particularidad con la que los autores dejamos nuestra vida en esa obra, un claro ejemplo de esto, lo descubrí mientras escribía Contraproducente y se denotaba en cada línea mi estado de ánimo, como duré un año escribiendo esta novela, pude reflejar en el texto los cambios emocionales que se presentaban en mi vida, cómo los percibía y de esta manera le daba vida a aquellos personajes que de una u otra forma reflejan quién es Duván Vargas Sánchez. De igual forma, con las personas con las que me relaciono se ven ahí plasmadas en sus diferentes facetas, y eso es lo que le proporciona a las obras esa singularidad que tanto necesitan, que es lo que las hace especiales en el mundo y les permite ser contraproducentes para los desarraigos que hay en la vida, pues está se encuentra llena de vicisitudes.

¿Cómo ha sido trabajar con el equipo de Editorial Adarve?

Desde que inicié cada una de las trazabilidades editoriales con Adarve, siempre me pareció que contaba con la garantía de ser escuchado principalmente; como bien deben saber la mayoría de personas, en el momento en el que se empieza la construcción de una obra literaria con todos sus componentes de edición, diseño de cubiertas, promoción y demás, se presentan algunas discrepancias entre el escritor y los profesionales, pues esto es lo que hace interesante ese proceso ecléctico, el arte de componer desde distintos puntos de vista, desde diferentes idiosincrasias, una obra literaria, la clarifica y le brinda ese punto exacto que tanto requiere, en el que varias imaginaciones vuelan por el universo y crean una galaxia entera. Me encuentro profundamente agradecido con todo el equipo de la Editorial Adarve, por tan fructífero trabajo en el que seguimos trabajando día a día y así mismo espero seguir componiendo con ellos obras que nutrirán los lectores, mis estudiantes y la educación; mucha gratitud.

¿Tienes algún nuevo proyecto en mente?

Claro que sí, como lo he dicho siempre, toda mi vida soñé con ser maestro y escritor, así que tengo muchas otras obras en mente que con mi carrera en Licenciatura en Humanidades y Lengua Castellana, espero relacionar para brindar a la humanidad letras que se encuentren al compás de otros tipos de arte como la música, el cine, las artes plásticas y demás. Tanto la educación como la literatura son procesos constructivos que requieren de un constante aprendizaje que permita traer nuevas ideas consigo, y, teniendo en cuenta mi estilo literario, llegan nuevas obras cargadas de realidades humanas como la homosexualidad, la prostitución, la drogadicción, la depresión y demás; entre todos los educadores, escritores, líderes, periodistas y las demás profesiones, podemos construir sociedad, dignificando al hombre, no idealizándolo con prejuicios superfluos.

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