¿En qué momento empezaste a escribir?
Empecé a escribir cuando llegué a Madrid con 18 años para perseguir el que había sido mi mayor sueño desde que era pequeña: ser periodista. De repente, la vida me puso en la tesitura de tener que elegir entre cumplir sueños o quedarme en Vigo y renunciar a ellos por amor. Ganó cumplir un sueño, pero por mi propia salud emocional. Así que cuando llegué a Madrid, tan joven y tan inocente, me dediqué a curarme todo lo que llevaba dentro. Ahora he aprendido que no se curan pero aprendo a vivir con ellas.
¿Qué se esconde en el interior de las páginas de Cuando Venecia lloró?
Cuando Venecia lloró esconde mucha rabia, mucho desamor, mucha libertad y mucho miedo. Soy mi yo más sincero. Hay poemas al amor libre, al que no le importan los sexos, ni edades, ni los tiempos. Hay poemas al amor de una madre y el dolor, al ver el sufrimiento de una hija. Hay poemas al miedo que siempre suele ser el tercero de todas las relaciones íntimas… y hay poemas sociales, muy sociales en los que me pongo en la piel de los menos afortunados. Venecia es como ese lugar al que sabes que siempre volverías para escapar del mundo.
¿Por qué ese título?
Cuando escribí este libro uno de los grandes sueños de mi vida era viajar a Venecia, una ciudad que siempre guardaré en mi corazón como el lugar al que siempre escapar. Si algún día desaparezco estaré allí, estoy segura. Cuando pisé Venecia por primera vez, en un viaje express de un día, un solo día que tenía para pasearla, cayó el diluvio universal, digamos que de alguna forma la vi llorar, vi llorar a Venecia. Pero en el título, Venecia no solo es una ciudad.
¿Sobre que hablan tus poemas?
Sobre todo lo mencionado anteriorimente, la libertad, pero sobre todo el amor. Cuando tenía 16 años me enamoré locamente de una mujer y el miedo y la contradicción que sentí con aquellos sentimientos fue horrible, me castigaba a mi misma por aquello que sentía, luché contra todo y contra todos por defender que no era un estúpido capricho de adolescente, que es lo que se suele decir a esas edades. Desde entonces, hay una cosa en mí que tengo clara, seguir luchando por defender lo que me dicta el corazón. También hay poemas sociales, el dolor de una madre, el papel de los amigos frente a un desamor…
¿Qué es lo que te empujó a plasmar tus sentimientos en versos?
Sobre todo el dolor, tenía que buscar una forma de asentar y curar tantas cosas que estaban dentro de mí, y en una ciudad tan grande, a la que llegas como una perfecta desconocida, al final terminas encerrándote un poco en uno mismo… Antes creía que otras personas podían salvarnos, ahora creo que solo nosotros mismos podemos salvarnos de todos los monstruos que llevamos dentro.
¿Cómo es la vida de un poeta en el siglo XXI?
Es una vida muy interactiva, hoy en día tienes miles de oportunidades y herramientas para darte a conocer y para dar a conocer tus versos, y más aquí en Madrid, donde ha cada paso hay un bar organizando Jams de poesías, o recitales. Yo creo que si en algún momento tengo la oportunidad montaría algún barecillo en Vigo donde expresarse sin miedo y dedicado plenamente a la poesía.
¿Cómo acercarías la poesía a los jóvenes?
Yo creo que la herramienta más brutal para la dar a conocer la poesía es Youtube, que la gente escuche tu voz acompañada de una melodía e ilustrarlo con imágenes me parece bestial. Poder escucharlo en bucle todas las veces que quieras, y poder interpretarlo, que la gente te vea vivirlo es maravilloso, igual que los recitales, ver las caras de las personas a las que se les está despertando algo con algún verso tuyo y ser consciente de ello, es increíble.
¿Qué tal ha sido tu experiencia con el mundo editorial?
La verdad es que no puedo mentir, mi experiencia con el mundo editorial ha sido muy mala. Este libro iba a ser publicado con otra editorial que me lo pintó todo estupendo y de hecho, el editor tenía mucha prisa por firmar y quedarse los derechos, lo colgó en varios portales de internet para que la gente pudiera comprarlo y esas personas que habían pagado por ello, nunca recibieron sus ejemplares. Fue vergonzoso haber tenido que dar la cara por un trabajo mal hecho, por supuesto terminó perjudicando a mí, en todos los sentidos. Me sentí estafada y manipulada. Lo que más me dolió es que se jugara de la forma que lo hicieron con algo a lo que le había dedicado tanto tiempo. Por esa razón me alejé un poco de todo este mundillo, y de pronto, Carlos Salem y el equipo de La poesía mancha, me dan una segunda oportunidad para que por fin, algo en lo que había puesto todo el corazón vea la luz. Les estaré eternamente agradecida, a parte de que ha quedado muy bonito.
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